36 años sin Valente Arellano (Video)

Hablar de la historia de la tauromaquia en México y en la Comarca Lagunera, no puede faltar referirse a Valente Arellano Salum, brillante novillero con el sello de figura, cuya carrera fue truncada por la desgracia, hace 36 años

4 de agosto de 2020/Suertematador.com

NACIÓ TORERO

Nacido el 30 de agosto de 1964 en la ciudad de Torreón, Coahuila.  Valente respiró el ambiente taurino prácticamente desde la cuna, con su padre, Valente Arellano Flores, profesando una profunda afición por el toro, poseedor de una magnífica biblioteca referente al mundo del toro, seda, sangre y sol, libros que el pequeño Valente devoró para «empaparse» de cada uno de los términos, los pases, los muletazos, todo, absolutamente todo lo que tuviera algo que ver con los toros. Cursó sus estudios básicos en su natal Torreón, pero ya «el duende» del toreo estaba bien impregnado en sus genes, por lo que no tardó en elegir al toro como su modo de vida, dejando las aulas de lado.

De la mano de su padre, Valente dio sus primeros capotazos, recibiendo luego instrucción de Fermín Espinosa «Armillita Chico», a quien de inmediato impactó por su calidad en ciernes y por su arrolladora personalidad. También Miguel Espinosa, Manolo Arruza, Alejandro y David Silveti, pudieron ver en acción al joven lagunero, siendo ellos ya matadores que estaban tejiendo sus propias carreras taurinas, encontrando en Valente Arellano Salúm, a un derroche de clase y carisma.

El debut para Valente, como novillero, llegó el 21 de octubre de 1979 en la acogedora plaza «Alberto Balderas», de Ciudad Lerdo, donde alternó con Alfonso Hernández «El Algabeño», lidiando toros de Santacilia, dando apenas el primer paso de una exitosa carrera. Pronto unificó criterios de la prensa especializada y de los aficionados que lo veían en acción, deshaciéndose en elogios para el valiente novillero, que emprendió una importante gira, en todo México ya se hablaba de Valente Arellano y la afición se preguntaba cuándo torearía en su plaza, para ver con sus propios ojos al fenomenal torero del que tanto se hablaba.

LLENABA LAS PLAZAS

Sin embargo, muchos aficionados no pudieron cumplir ese objetivo, ya que Valente arrasaba con la taquilla de toda plaza donde se presentaba, hoy resulta difícil de creer que un novillero llene una plaza e incluso se quede gente afuera, pero Arellano lo hizo en más de una ocasión. Durante 1981 y 1982 llegó el apogeo de la carrera de Valente, mostrando todo su arte, repertorio y arrollando con su carisma, destacando a nivel nacional no solamente en la prensa deportiva, sino también en la «prensa del corazón», ya que se le llegó a relacionar sentimentalmente con bellas cantantes que estaban de moda por ese entonces.

TRIUNFÓ EN LA MÉXICO

Durante el exitoso 1982, realizó cinco apariciones en la plaza más grande del mundo, la Monumental Plaza de Toros México, donde debutó el 26 de septiembre, alternando con Eduardo Flores y Manolo Rodríguez, debut pisando fuerte para Valente, pues le cortó las dos orejas al novillo «Campeador». Repitió el 24 de octubre, junto al maestro Manolo Mejía y Fernando Sánchez, lidiando novillos de Huichapan, ya ante un público más numeroso, pues la reputación del lagunero estaba por la estratósfera.

Un momento cumbre, se vivió el 7 de noviembre, alternando con Mejía y Belmont y ante el embudo de Insurgentes prácticamente a reventar, sacando Valente todo su arte para entretejer la que quizá es su faena más recordada, lucidora, artística, llena de valor y arrojo, simplemente sensacional. El joven espada torreonense le cortó el rabo a «Pelotero», del hierro de Felipe González, trofeo que demostró una vez más el enorme torero en el que estaba convertido Valente Arellano Salúm, quien, con desparpajo, invitó a sus compañeros a que hicieran quites a ese novillo tlaxcalteca, la gente que suspiraba por algo así, estalló de entusiasmo.

ALTERNATIVA

Cerró el año ’82 con otra novillada en la Plaza México, el 28 de noviembre, repitiendo el cartel con Mejía y Belmont, cortándole dos orejas a «Mírame» y otras dos a «Chavelo», de la dehesa de La Venta del Refugio.

Pero entonces llegó el año 1983 y con él vinieron una serie de sucesos desafortunados para el lagunero, se rompió los ligamentos de la rodilla cuando un novillo lo alcanzó a prender en San Luis Potosí y meses más tarde se fracturó la clavícula, en Pachuca, accidentes que mermaron su salud y su continuidad en el ruedo, pero ni un ápice movieron las intenciones taurinas de Valente.

El 4 de junio de 1984, Valente se doctoró, tomó la alternativa en la Monumental Lorenzo Garza de Monterrey, teniendo como padrino al gran Eloy Cavazos, mientras que como testigo fungió Miguel Espinosa «Armillita». Arellano cortó una oreja esa tarde, ante un toro de San Miguel de Mimiahuapan, pero apenas empezó a tomar ritmo como matador, cuando sobrevino la desgracia.

TRAGEDIA

Solamente pudo lidiar Valente 9 corridas, ya como matador de toros, dejando constancia de su enorme calidad y obteniendo trofeos en plazas de la «provincia» mexicana. Justo dos meses después de tomar la alternativa, la fatídica noche del 4 de agosto de 1984, a Valente lo tomó por sorpresa el destino y a bordo de su otra pasión, una hermosa motocicleta deportiva, nueva, perdió la vida Valente cuando circulaba a gran velocidad por la conocida avenida Juárez de la ciudad deTorreón, un choque lo dejó en condiciones muy delicadas, alcanzó a sollozar Valente mientras lo recogían los paramédicos, pero el 5 de agosto perdió la vida, debido a un estallamiento de vísceras dejando a La Laguna sin su hijo pródigo en cuanto al toreo se refiere.

El legado de Valente Arellano trasciende mucho más allá de la Comarca Lagunera, ya que en todo México se habla aún del promisorio futuro que tenía el joven espada, el cual fue truncado por la desgracia.

Para los taurinos de esta región y de México, es necesario perpetuar la memoria de Valente, reconociéndolo como una figura legendaria de esta tierra, tal y como dice en la placa ubicada en su estatua: «Valente Arellano Salúm. Quedó grabado por siempre en el México Torero, la figura de Valente, el orgullo lagunero». (El Siglo de Torreón)

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