Pablo Lozano: «La lucha del toreo también debería ser por evitar más concursos-subasta que estén abiertos a ofertas temerarias»

«Cuando lo que se oferta se abre a una subasta, se abre a ofertas temerarias y luego es la Administración la que debe velar porque lo comprometido se cumpla», dice Pablo Lozano a CULTORO.

3 de febrero de 2021/Javier Fernández Caballero

Málaga y Albacete vivieron, hace un mes, la unión del mundo del toro al no presentarse a sus concursos el sector en banda –con la excepción de Reverte en Albacete, que posteriormente se retiró y fue retirado- por las enormes exigencias en plena pandemia. Cuando las Administraciones más debían apoyar al motor económico del sector, que precisamente recae en el empresariado, estos dos ejemplos fueron a por él cual vaca lechera que exprimir en los próximos años. Y la tauromaquia dijo basta.

Uno de los nombres fundamentales para entender el empresariado taurino por pasado y presente es Pablo Lozano. Gestor de Albacete durante casi una década, sabe perfectamente qué es lo que esta afición demanda, pero también da su opinión sobre otros cosos de importancia que están en licitación –ninguno todavía con concurso nuevo en marcha-: «Lo primero que tienen que saber las Administraciones es cuál es la función del empresario», comienza defendiendo Lozano.

También les insta a no sacar los pliegos como subastas-encubiertas: «A partir de ahí, hay que ponerse en el lugar del empresario, que va a cumplir una función. Hay que facilitarle la libertad que necesita para trabajar en beneficio de todos, y pedir cosas lógicas empresarialmente no exigencias que al final hipotequen esa libertad y termine no existiendo», afirma Lozano.

Y sigue ahondando en el peligro que suponen los citados pliegos-subasta: «Cuando lo que se oferta se abre a una subasta, se abre a ofertas temerarias y luego es la Administración la que debe velar porque lo comprometido se cumpla. No hay cosa más fuerte en este mundo que un papel,  aguanta todo lo que le eches, pero luego… hay que cumplirlo, y si quien ofreció esto o aquello se equivocó, es su problema», argumenta Lozano.

«Eso, al final, desvirtúa las condiciones del pliego con el riesgo de que al demostrarse no ser económicamente viable y no poder llevarlo a cabo, se termina recortando en la calidad de lo ofrecido y es la plaza y la afición quienes terminan sufriendo el error de unos y otros», concluye lamentando Lozano.

 

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