Durante seis horas y media de operación, el espada poblano luchó por su vida, pasó por varios contratiempos que, al final de cuentas, los libró por su fuerza
7 de mayo de 2021 7Adiel Armando Bolio
Tal y como lo habíamos informado, durante la complicada intervención quirúrgica a la que fue sometido el reciente martes por la mañana el matador de toros de dinastía poblana, Alberto Huerta, debido a problemas en la zona lumbar de la columna vertebral, se presentó un momento crítico cuando empezó a bajarle la presión sanguínea de forma rápida y en consecuencia la frecuencia cardiaca bajaba a menos de 30, lo cual indicaba que entraría en un paro cardíaco o en estado de coma, pues ya el corazón estaba bombeando lentamente la sangre, lo que hizo que se prendieran los focos de alarma pues ello representaba poca irrigación del vital líquido al cerebro.
Ello hizo que el cuerpo médico reaccionara con urgencia aplicando electroshock al corazón para estimularlo y que así no dejara de latir, a la par de la aplicación de una inyección que hizo que acelerara el torrente sanguíneo, todo con el fin de estabilizar sus niveles y signos vitales.
A causa de este complicado acontecimiento, la operación, que estaba programada para un máximo de cuatro horas de duración, terminó siendo de seis horas y 30 minutos.
Tras una ansiosa y preocupante espera, el joven maestro no lograba despertar y se temía lo peor, pero milagrosamente despertó y con movimiento en las extremidades inferiores, aunque eso sí evidenciando mucha debilidad en la pierna izquierda, la que poco a poco ha ido adquiriendo fuerza.
Tras la recuperación de la anestesia, de haberle parado a la “muerte” y ya ubicado en el cuarto del hospital donde lo atendió, sin alteraciones, el traumatólogo Sergio Anaya Pacheco, Huerta quiso “calarse” y lo primero que hizo fue agarrar una almohada de su cama y dar un natural diciendo: “¡Si logro hacer esto, hago lo que venga!”.