Roca Rey, un Príncipe a pie

Andrés Roca Rey roza su primera Puerta del Príncipe en Sevilla en una tarde de gran dimensión. Morante de la Puebla corta una oreja por su toreo profundo y añejo al cuarto, mientras que Ortega se va de vacío

6 de mayo de 2022/Pablo López Rioboo

Lucía el sol en la tarde de mayo a la orilla del Guadalquivir, con una Maestranza llena hasta las tejas en uno de los festejos más esperados del ciclo sevillano. En el cartel, Morante de la Puebla, Juan Ortega y Andrés Roca Rey hacían el paseíllo para despachar una corrida de Joaquín Núñez del Cuvillo. Se cortaron tres orejas, dos de ellas por el peruano, que a punto estuvo de abrir la Puerta del Príncipe después de una rotunda actuación y vio cómo el presidente le dejó sin el trofeo del sexto, que le abría las puertas de la gloria sevillana. Morante cortó un trofeo del cuarto, al que cinceló una bellísima obra, mientras que Ortega se fue de vacío con un lote de nulas posibilidades.

Y Sevilla perdió el norte. Ya llevábamos palpando esta deriva desde hace tiempo; público intransigente, impaciente y en muchas ocasiones poco educado, eso unido a un cierto triunfalismo están poniendo en jaque a la Corona del toreo. Hoy esa escena se agrandó más si cabe con la no concesión por parte de Fernández Figueroa de una oreja a Roca Rey en el sexto de la tarde. Sin duda el presidente cometió dos errores de bulto; el primero fue la concesión de un doble trofeo – excesivo- a Roca Rey en el tercero, y el segundo fue no conceder la oreja al peruano en el cierraplaza. Ya estaba el lío montado. De aquellos barros estos lodos. Pero todo eso no exime a un público que con su comportamiento tras finalizar el festejo perdió el norte y toda la razón que tenía para quejarse. Esto no son formas de comportarse en una plaza de toros. Un borrón que no debe empañar todo lo vivido en uma tarde de gran contenido. Esa en la que Roca Rey volvió a sacar el colmillo que venía afilando desde el invierno. Su tarde -orejas a parte- fue apabullante, arrolladora. Esa que llenó de aroma y barroquismo un Morante de la Puebla que realizó una de las faenas del año. Desempolvó su toreo para torear como el sabe. La oreja fue lo de menos. Pero si Morante es el Barroquismo Ortega es la naturalidad, como dice el gran Alberto García Reyes es Triana con Azabache. Un torero al que se le va a seguir esperando por lo mucho que va a dar al toreo. No están los tiempos – y la tauromaquia- como para darle la espalda a un torero así.

Silenciado Morante con el basto y desclasado primero de Cuvillo.

Lidió en primer lugar Morante de la Puebla a un astado de Cuvillo serio y algo atacado de kilos. Pese a salir sueltecito, el de la Puebla del Río dibujó un ramillete de verónicas en las que embarcó en su capote las embestidas a media altura del animal. Jugó bien los brazos y lo acunó con temple. Se fue a por la muleta tras empujar con rectitud en el jaco. Con la pañosa dejó un torero inicio, muletazos en los que no apretó al animal y en los que buscó torearlo a favor de obra. El de Cuvillo tenía movilidad, pero esta era sin clase. Muy descastado el basto castaño al que siempre le costó un mundo ir hacia adelante. Por el izquierdo siempre se quedó cortito. Tras dos pinchazos, estocada y un golpe de verduguillo sonó un aviso, quedando todo en silencio.

 

Ortega ovacionado con el bravo pero justo de fuerzas segundo.

Tras devolverse el segundo por su falta de fuerzas salió en su lugar un colordao de Cuvillo serio, acapachadito pero bajo de agujas. Un toro que, pese a tener buen ritmo no se empleó de salida. Bravo fue en el caballo en dos puyazos tomados desde la media distancia. Ovacionado se fue Palomares por dos varas importantes. La segunda puede ser de premio. Esa bravura y esa fijeza que demostró en el peto se vieron reducidas en la muleta por su justeza de fuerzas. Antes ya había dejado un quite por tafalleras y chicuelinas un templado Roca Rey. Quería mas que podía ‘Espantoso’. Torerísimos fueron los doblones a media altura, al ralentí el posterior cambio de mano y de gran suavidad el de pecho. Toreó con la cintura y las muñecas. Acarició las contadas embestidas que le regaló el sobrero. El motor de la fuerza estaba gripado, una pena, porque su condición era la ideal para un torero como Ortega, ese que busca torear con los vuelos y buscar el toreo por la vía de la naturalidad. Tras dejar una estocada entera escuchó una ovación.

Roca Rey corta las dos orejas del tercero y deja entreabierta la Puerta del Príncipe.

Le formó un auténtico lío Roca Rey al interesante tercero de Cuvillo, un toro con el que el peruano estuvo a un nivel altísimo. Ya en el recibo de capa había soltado muñecas para torear con temple a ‘Comilón’. Fue agarrando mayor clase y entrega según fue avanzando su lidia. En la muleta Roca no se lo pensó, comenzando con el acelerador puesto. Estoico fue un inicio donde se dejó llegar al toro a la faja, se jugo literalmente la vida ante un animal que embistió con transmisión. Un trasteo presidido por la firmeza de plantas y el temple. La tercera serie fue maciza, el cambio de mano previo al de pecho duró una enormidad. Un astado que siempre tenía que venir enganchado, de lo contrario se desordenaba. Toro de clase, con gran profundidad pero con las aristas que tiene la bravura. A izquierdas le costó tomarle el aire en una primera serie en la que el toro vino algo vencido. De ahí en adelante le tomó la velocidad y con ello brotaron naturales largos y profundos. Faena de mando, poder y temple de un torero que hoy vino a Sevilla a reventar la tarde. Su final de faena, por bernardinas, volvió a congelar el corazón de los aficionados. Mató de una estocada casi entera y paseó el doble trofeo.

Morante la pasea una oreja al emotivo y humillador cuarto de Cuvillo.

Y Morante escupió el toreo ante el cuarto de la tarde, un profundo y enclasado aninal que acabó rajado. Lo lanceó con gracia en un quite por verónicas a media altura, al que respondió Ortega con un sevillanísimo quite por chicuelinas. Comenzó la faena con el cartucho de pescao y la montera entre las piernas. Por ahí el toro embistió con una profundidad y una humillación enorme. Se fue siempre a los vuelos buscándola por abajo. Morante cinceló naturales con el mentón en el pecho y las zapatillas hundidas en la arena. Toreó con la cintura, jugó con las muñecas en una serie que recordaremos durante mucho tiempo. A derechas redujo la embestida de un Cuvillo al que le faltó un punto más de humillación. Tuvo fijeza, prontitud y mucha transmisión pero acabó rajándose. Antes había dejado un cambio de mano que bien merecería una escultura en el Paseo de Colón. Con el toro en tablas aprovechó para dibujar muletazos por ambas manos jugando con las querencias y las alturas. Todo lo hizo despacio, sin prisas, como entre otras cosas debe ser el toreo. Pero la estocada cayó tendida y trasera y cortó de raíz una ipotetica peticion de un segundo trofeo. La oreja fue incontestable y la vuelta al ruedo infinita; no era para menos tras lo vívido. Sevilla había disfrutado de una de las faenas del año.

Silencio para Juan Ortega con el desfondado quinto.

Tras los dos sucesos vívidos en el tercer y cuarto capítulo del festejo las ilusiones por ver a Ortega se desvanecieron. El castaño de Cuvillo no dio opciones de triunfo. Lo mejor vino en el recibo capotero, por ahí dibujo verónicas de fino trazo -dos de ellas por el derecho sensacionales- y una media tras la cadera. A gran nivel rayó un Algabeño que saludó montera en mano. Lo toreó siempre en línea Ortega, buscando no exigir a un toro corto de todo. Estuvo pulcro, dándole siempre los frentes al toro, pero la faena no tomó vuelo. Hubo muletazos sueltos, pero desiguales en su ejecución. Tras pasaportar al toro fue silenciado.

Roca Rey da dos vueltas al ruedo tras no ser concedida la oreja del sexto.

El sexto capítulo nos tenía reservada la posible salida de Roca Rey por la Puerta del Príncipe, algo que pasadas las nueve menos veinte se veía probable pero que a las nueve y diez ya se dio por imposible, todo ello debido a la no concesión de la oreja por el Usía. Un último capítulo en el que Antonio Chacón saludó montera en man por dos pares de figura de los de plata. Una faena en la que Roca Rey aprovechó las contadas arrancadas del sexto. Su inicio, rodilla en tierra con cambiados por la espalda, llegaron una enormidad al respetable. No apretó nunca a un astado que no aguantaba la exigencia. Viendo que el animal ya había bajado la persiana decidió acortar las distancias. Se la jugó el peruano, que llegó a ser volteado. Se mostró dolorido Andrés, quien parecía llevar un puntazo. Ahí el público se puso en pie viendo lo entregado que estaba el peruano. Tras pasaportar al toro de una estocada se pidió la oreja de forma unánime, no siendo concedida por el palco. Dos vueltas al ruedo de consuelo dio Andrés tras no conseguir el sueño de salir a hombros por la Puerta del Príncipe.

FICHA DEL FESTEJO

Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril. Duodécima de abono. Lleno de «No hay billetes».

Toros de Joaquín Núñez del Cuvillo, bien presentados. Con movilidad pero carente de entrega el desclasado primero. Devuelto el segundo por falta de fuerza. De enclasada y rítmica embestida el bravo pero desfondado segundo bis. De gran clase y ritmo el humillador tercero. De gran humillación y verdad en sus embestidas el manso cuarto. De sosa condición el aplomado quinto. Noble pero de desrazada condición el desigual sexto.

Morante de la Puebla: silencio tras aviso y oreja.

Juan Ortega: ovación y silencio.

Roca Rey: dos orejas y dos vueltas al ruedo tras petición.

INCIDENCIAS: Sañudó el Algabeño en el quinto

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