El San Isidro que están echando los toledanos es para verlo… Tomás Rufo, Álvaro Lorenzo, Ángel Téllez y, ahora, el novillero Álvaro Alarcón, que este lunes ha firmado una actuación brillante, sellada con una faena de dos orejas (ya había cortado otra de su primero) y una rotunda puerta grande con una excelente (aunque desigual) novillada de Fuente Ymbro. Diosleguarde, con un trofeo, se mostró hecho para la alternativa, y el palco hizo el ridículo dejando sin premio un faenón de mucho mérito de Jorge Martínez.
23 de mayo de 2022/David Jaramillo/Fotos: Emilio Méndez
Pasado el ecuador isidril, bajó la temperatura en la arena madrileña para la novillada que, en el papel, siempre suele ser garantía de éxito. La de Fuente Ymbro. Seis novillos de este hierro se lidiaban este lunes Las Ventas: a las 19:00 horas hacían el paseíllo dos novilleros que se presentaban en esta plaza, Jorge Martínez y Álvaro Alarcón, abriendo el cartel Manuel Diosleguarde.
Manuel Diosleguarde pasea una merecida oreja del primero
El primer ejemplar hizo gala de esas embestidas bondadosas, que si no tuvieron más encendida la codicia, fue por lo justo de fuerzas que anduvo (y también de presencia). Sin embargo, tuvo el poder suficiente para ir y venir con humillación, son y recorrido, lo que Manuel Diosleguarde supo ver pronto en el capote para cuidarlo en el caballo y en la muleta, con la que lo templó con suavidad al principio para abrirle los caminos en el tercio, siempre a favor de obra. Una vez metido en la franela, el salmantino corrió el brazo con entonado gusto por ambos pitones, aunque con la limitación de no poder terminar de obligar por abajo al novillo que, sin embargo, respondió con trastabillada clase. Inteligente, Diosleguarde jugó bien los tiempos, las distancias y las alturas para darle duración a tanta bondad, tanto que cayó el aviso justo después de dejar un estoconazo soberbio que, por sí mismo, valía la oreja que paseó con la serenidad del que tiene el oficio aprendido. No en vano ya tiene agendada la alternativa en Santander, en una fecha que dará a conocer mañana José María Garzón.
Jorge Martínez tira de valor para resolver la dura papeleta del segundo
Suelto y queriéndose colar salió el segundo, que hizo cosas de manso en los primeros tercios, se apretó en el quite por gaoneras a pie junto de Álvaro Alarcón y llegó orientado a la muleta de un Jorge Martínez que aguantó los primeros envites con estoico valor, consciente de que la voltereta podía llegar en cualquier momento. Y llegó, después de avisar un par de veces por el pitón izquierdo, no le hizo caso a los engaños y enganchó al novillero por la banda del muslo derecho, sin calarlo, por fortuna. A partir de ese momento y con el cuerpo del torero en el radar, el de Fuente Ymbro pasó a regañadientes, buscando siempre el bulto, pero Martínez no se arredró, volvió siempre a plantarse firme, aguantó coladas, miradas, tarascadas y achuchones, intentando buscar un muletazo limpio, que llegó al natural. Sin embargo, fueron más, muchos más, los gritos de «Ay» que de «Olé». Una espada efectiva dio pasos a la ovación que premió su esfuerzo y su valor.
Álvaro Alarcón firma con una oreja de peso al tercero su presentación en Madrid
La estrechez de perfil y cara del tercero recordó más una novillada del Camino hacia Las Ventas, que de un festejo de San Isidro, por mucho que sea menor (trampoco se escuchó ni una voz de protesta). Es cierto que luego peleó bien abajo del pero y que acudió presto al quite por saltilleras de Diosleguarde, que resultó enganchado (sin consecuencias) en el remate. Además, galopó con alegría para permitir el lucimiento de Andrés Revuelta con los palos y de Álvaro Alarcón con la muleta, pues el novillero se lo dejó llegar a los medios con la muleta plegada y cambiar la embestida por la espalda antes de ligar varias series, a cada cuál mejor, en las que el temple, el gusto y la medida se vieron potenciadas por la prontitud y la decisión en cada arrancada del novillo. Apenas si importó que rebrincara a veces, pues el toledano (y vaya feria a llevan los toreros de Toledo: Rufo, Lorenzo, Téllez…) tuvo el pulso necesario para amortiguar el defecto a media altura, relajando el trazo hasta el desmayo en varios derechazos que tuvieron aroma de toreo caro. Una trincherilla semigenuflexo para buscar la igualada fue un cartel de toros y el esoadazo, un pelín trasero, certificaron un orejón de los que deben pesar en los despachos.
Diosleguarde apuesta, pero no encuentra el premio con el cuarto
Con la Puerta Grande a medio abrir, Diosleguarde salió a por todas con el más serio cuarto, mejor hecho sin duda, aunque sin exageraciones. Un afarolado de rodillas con la muleta en la derecha sirvió para presentar su apuesta y, tras un desarme, volvió a plantarse de hinojos para intentar encauzar unas embestidas un tanto amontonadas y descompuestas, que necesitaban de mando y reposo para que el conjunto tuviera asentado gobierno. Una serie más de tropezado derechazos le iba a tomar a Manuel para encontrar la firmeza necesaria para imponerse. Ya sereno y dispuesto, consiguió dejar varios muletazos de peso, pero que cayeron aislados, intercalados con otros menos mandones, y que no le permitieron dejar una sensación de conjunto suficiente para pensar, tras la estocada, en un premio mayor a las palmas de reconocimiento después del aviso.
El palco vuelve a hacer el ridículo negando el merecido premio a Jorge Martínez en el quinto
Respiró Jorge Martínez con el quinto, que (este sí) embistió con franqueza y buena condición ya desde el capote. La pena fue que, apenas en la segunda serie de muleta, cuando el novillero empezaba a demostrar la solidez de su clásico concepto, el novillo trastabilló y pareció lastimarse. Desde ese momento, midió cada embestida por el pitón izquierdo, se venció y llegó a generar varios momentos de peligro. No obstante, Jorge hundió sus zapatillas en la arena para tirar con valor y firmeza de las embestidas por el otro pitón, el derecho, por donde llegaron los mejores muletazos de su tarde, mandones, lentos, hondos y, sobre todo, puros. Gobernando siempre con autoridad y muchísimo temple. Ni siquiera el inoportuno viento le importó y, con la faena hecha, no se dio por satisfecho y volvió a tomar las telas con la zurda, que por ahí es por donde aquello tendría más valor. Así, a pesar de los antecedentes criminales del novillo por ahí, se plantó a pie junto, al pie de las tablas del siete, para pegarle tres naturales tan meritorios cono valientes y encajados, rotundos. Y para sellar su gran faena, tumbó al novillo de un espadazo que vació arriba, tan despacio como toreó. Era de premio, claro que era de premio, de una de esas orejas que valen su peso en oro, pero el presidente fue el único que no lo vio. Por eso el gentío le obligó a dar la vuelta al ruedo al contrariado chaval, antes de recetar una de las más sonoras broncas al palco. Lamentable.
Puerta Grande para Álvaro Alarcón, que cuajó a un gran Fuente Ymbro sexto, de vuelta al ruedo
Más y mejor hecha la segunda mitad de la novillada, también tuvo mejores prestaciones bajo los petos, siendo la pelea del sexto la más encastada en el caballo. También lo demostró en la muleta de Alarcón, en la que siempre embistió con codicia por abajo, a veces con un tornillazo al final, ese punto de aspereza que también aporta emoción y dificultad, claro, porque en el temple estaba la gloria de Alarcón. Por eso, cuando halló ese sitio en los medios, con firmeza de plantas, los riñones encajados y las muñecas rotas, Álvaro se rompió a torear de verdad, exigiendo por abajo, porque el novillo también lo pedía así, cada muletazos más hondo que el anterior, roncos los «olés», serio el toreo, sincero y natural. El novillo fue a más con la exigencia y Alarcón levitó en los medios con la profundidad de su toreo. Embriagado, haciendo honor al nombre del gran novillo de Ricardo Gallardo, quien junto al mayoral terminaría acompañando al novillero en la triunfal vuelta al ruedo con los dos trofeos en la mano. Gloria también tuvo el novillo, cuyos restos fueron pasados por el anillo venteño después del certero espadazo que firmó una obra maravillosa. La de otro toledano que alcanzó la gloria en Madrid.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Decimosexta de la Feria de San Isidro. Novillada picada.
Novillos de Fuente Ymbro, justo de fuerza y presencia, el primero derrochó clase y bondad en sus embestidas; orientado y con peligro fue el segundo; la nobleza y la alegría en la embestida fueron las mejores virtudes del tercero; pronto y descompuesto embistió el más hecho cuarto; de buena condición por el pitón derecho y peligro por el izquierdo fue el agradecido quinto; encastado y bravo el codicioso sexto, «Embriagado», nº 173, premiado con la vuelta al ruedo.
Manuel Diosleguarde (nazareno y oro), oreja tras aviso y palmas tras aviso.
Jorge Martínez (azul marino y oro), ovación y vuelta tras aviso.
Álvaro Alarcón (blanco y plata), oreja y dos orejas.