García Pulido, Puerta Grande en la novillada de Valdemorillo

6 de febrero de 2023/Patricia Prudencio Muñoz/Foto: Bartolomé Bernal

La plaza de toros de Valdemorillo cerraba su Feria de la Candelaria 2023 este lunes 6 de febrero. En el cartel se anunciaban los novilleros Víctor Hernández, García Pulido y Sergio Rodríguez, que se midieron a los astados de Conde de Mayalde. Un encierro bastante bueno, de comportamiento variado, que se dejaron llevar, pero en el que también hubo asperezas. Había que medir muy bien los tiempos y ajustar distancias. Los astados atendían hasta el final. La terna sacó partido de sus respectivos lotes, dejando faenas de expresión, de toreo lento y pausado. García Pulido tuvo una faena de tira y afloja con el segundo, al que logró robarle las embestidas y una oreja. Algo parecido ocurrió con el quinto con el que hizo faena, a base de paciencia e insistencia, terminó metiéndose entre pitones y pisando sus terrenos. Logró dar emoción. Víctor Hernández que se llevó uno de los mejores lotes, con toros más armónicos que se dejaron someter, metiendo la cara por abajo. Sin embargo, la espada deslució su primera faena, por lo que solo pudo pasear una oreja del cuarto. Sergio Rodríguez llevó la cadencia y la despaciosidad a sus faenas, sacando partido a los astados que le tocaron en suerte. El tercero era intermitente, algo discontinuo en sus embestidas, por lo que tuvo que darle continuidad al último tercio. Del sexto, al que no dejó de insistir hasta exprimirlo, le robó una buena faena que culminó en tablas.

«Herbolario» abría la tarde en Valdemorillo, en las manos del novillero Víctor Hernández. Tomó el capote para recibirlo con dos largas afaroladas de rodillas en el tercio. Después se levantó y le siguió llevando, no con el lucimiento esperado, pero fijándolo en el percal. Más incertidumbre y descontrol hubo en el tercio de banderillas, a pesar de las ovaciones a los pares de Valladar y Prieto. Brindó la faena y dejó la montera en la raya del tercio. Después se fue a los medios para citar al animal en la larga distancia, dejando algún que otro pase por la espalda. Aprovechó la inercia para ligar el inicio de faena. Aguantó y se lo fue llevando más abajo, toreando con cadencia y desmayo. Una vez que entraba el animal seguía el engaño humillando y repitiendo ante las directrices del novillero, que le dejaba los vuelos en la cara, sin quitárselos. No había principios ni finales. Con el toreo al natural se arqueó, alargando el pase todo lo que pudo y más, sin que le tocara la franela. Cada vez se apuraban más las distancias con un novillo que se iba quedando corto, pero con el que pudo expresarse. Culminó por bernadinas, extremadamente ceñidas que más de un «uy» suscitaron. La espada deslució su faena.

García Pulido bregó al segundo de la tarde, no sin complicaciones. Por el pitón derecho se le quedaba corto, prácticamente encima, y por el izquierdo se metía por dentro. Siguió con su labor de brega y lo volteó sin aparentes consecuencias. El mismo percance sufrió Antonio Molina. Llegó el último tercio y García Pulido lo fue tanteando por ambos pitones, buscando los terrenos hasta sacarlo a los medios. Continuó entre probaturas hasta elegir el pitón derecho. El de Conde de Mayalde era mucho más reservado, le costaba entrar al cite, por lo que el espada tuvo que forzarlo para meterlo. Hubo incertidumbre, pero lo fue metiendo a base de suavidad, dirigiendo la embestida con el extremo de la franela, que se la adelantó al morrillo. La plaza empezó a ver luz en la faena de García Pulido. En el toreo al natural, tenía que perderle varios pasos y reestructurar la tanda, respetando los tiempos y sin parar de insistir cuando se le quedaba parado y le miraba descaradamente. Hubo pinceladas en la embestida, el novillero se la abrió, dando amplitud con los vuelos, marcando el recorrido. Aunque con intermitencia, le robó algún que otro pase por el pitón derecho. Se la jugó entre pitones en los últimos compases. Lo mató de una única estocada.

Sergio Rodríguez estructuró bien el saludo capotero, en el que frenó y recogió la embestida para después meterlo en los vuelos y ganarle terreno al mismo tiempo que se estiraba con el animal, luciéndose. No faltaron los «olé» mientras lo llevaba al caballo. Brindó su faena y se dirigió al encuentro con «Atrevido», al que acabó esperando de rodillas en el tercio y con el que aprovechó la inercia para envolvérselo y torearlo sin probaturas. Los tendidos ovacionaron el inicio de faena. Sergio lo llevó en largo, amortiguándolo en la franela, dándole continuidad. Dejó el paso atrás y se ancló en la arena para llevarlo a su alrededor, manteniendo el trazo largo y por bajo. Abrió y recogió la embestida, devolviéndole a la tela para iniciar el siguiente muletazo. Tiró del animal con suavidad y aguantó sus parones posteriores, dando ligazón a la discontinuidad de las embestidas. A pesar de los cabezazos que dejaba en la muerte de cada pase, trató de limpiarlos. Toreo lento, pausado y puro de Rodríguez frente al de Conde de Mayalde, con el que se lució y supo sacarle faena. Cerró por manoletinas y una estocada baja y tendida con la que el animal dobló.

«Fortunito» y Víctor Hernández marcaron el ecuador de la tarde. El novillero lo saludó con gusto, templando al novillo. El alcarreño lo esperó en el tercio para iniciar así el último tercio. Eligió el pitón derecho y la larga distancia, ya que el animal respondía y seguía con celo la franela. Eso sí, le dio tiempo y sitio antes de continuar, dejándole respirar. El novillero se la dejó puesta y la ligazón llegó sola, bajándole la mano y jugando con los vuelos al natural. Diseñó una faena de tandas cortas y mucho tiempo entre ellas. El de Conde de Mayalde humillaba y atendía con prontitud al cite, firme y fijador, de Víctor Hernández. Sobre el pitón derecho, le adelantaba la mano, dejándole la tela en el morrillo, y después con un sutil giro de muleca lo mantenía dentro de la faena, aunque con su pausa correspondiente entre pases. Había toreado a placer y el animal no tenía más que mostrar, cambió la ayuda por la espada y, antes de ejecutar la suerte suprema, cerró de rodillas.  Metió la mano y dejó media estocada con la que fue suficiente.

El segundo del lote de García Pulido salió suelto, por lo que el novillero trató de fijarlo en el capote a base de voz para que no se le fuera. Lo fue sacando a los medios, donde remató su saludo capotero. «Andaluz» fue ovacionado en el caballo empujando con ganas. El espada se fue directo a los medios y brindó al público. En aquellos mismos terrenos se puso de rodillas y lo citó, al animal le costó verlo pero entró con fuerza, aprovechando la inercia para darle ligazón al inicio de faena. Siguió en los medios sobre el pitón derecho, esta vez le costó algo más atender al cite, pero una vez dentro del muletazo, García Pulido no dejó que se le fuera. Sus embestidas eran cortas y renqueantes. Buscó el sitio, cruzándose para buscarle a pitón contrario en el toreo al natural y tratar de llevarlo algo más lejos con los vuelos. Lo esperó paciente, respetando los tiempos que el animal marcaba, sin llevarle la contraria. Sin embargo, el de Conde de Mayalde cada vez se quedaba más corto y se descomponía en cuanto tocaba la tela. A pesar de ello, García Pulido acortó las distancias y se metió en sus terrenos. Cerró poniéndose de rodillas, más allá del tercio, sin dejarse nada en el tintero. Dejó una muy buena estocada.

Sergio Rodríguez saludó al último de la tarde por abajo, genuflexo, pasándolo por ambos pitones, estirándose con el animal.

Novillos de Conde de Mayalde. con calidad pero flojo el primero; orientado y listo el segundo; noble y con genio el tercero; noble y a más el cuarto; de buen pitón izquierdo el quinto; con buen fondo el sexto.

Víctor Hernández, palmas tras aviso y oreja.

García Pulido, oreja y dos orejas.

Sergio Rodríguez, oreja y ovación.

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