23 de mayo de 2023/Patricia Prudencio Muñoz
La plaza de toros de Las Ventas ha acogido este martes 22 de mayo la segunda novillada de la Feria de San Isidro. Los espadas Jorge Martínez, Jorge Molina y Sergio Rodríguez se mideron a los de Montealto, en una tarde que no pasó desapercibida. Del encierro cabe destacar el primero de la tarde, con juego y entrega. El resto tuvieron movilidad, de más a menos, con nobleza y permitiendo las faenas. No todo fueron facilidades, hubo teclas que buscar y tocar para que aquello tomara vuelos. Quizá los que más complicado lo pusieron fueron el quinto y el sexto, más ásperos y dubitativos en la tela. La terna salió con decisión, determinación y mucho valor, dejando verdaderas pinceladas del toreo puro y de calidad, en el que tampoco faltó verdad. Las espadas empañaron parte de las faenas, dejando que pasaran desapercibidas entre el respetable.
«Corcelero» de la ganadería de Montealto
abría la tarde en las manos de Jorge Martínez, que trazó un saludo templado y suave con el que lo metió en los vuelos con delicadeza, luciéndose en los lances de recibo. Salió a brindar más allá del tercio, dejando caer a su suerte la montera. Se fue a las tablas y allí lo recibió en la franela por ayudados, para después dejar algunos pases por abajo, muy templados y de mucha suavidad. Siguió por el pitón izquierdo, abriendo, llevándolo con los extremos, buscándolo a pitón contrario y echarle la muleta al morrillo para enganchar la embestida. Pasó de uno a uno sin deslucir, ahormando. El animal buscaba abajo la tela y se movía despacio, pero se movía, siguiendo el engaño. Tampoco se pudo exceder. Cambió al pitón derecho, algo más áspero al primer intento. Sin embargo, se tomaron la medida y lo pasó a cámara lenta, solo que cuando le tocaba la tela se descomponía. Tenía fijeza y continuidad, aunque cada vez más apagado, se le fue acabando el motor, pero no la entrega. Volvió al natural, con clase y en largo, al ralentí. Culminó con una estocada algo pero muy efectiva.
Jorge Molina tuvo momentos de expresión y lucimiento durante el saludo capotero con «Veraniego». El tercio de varas fue profundamente protestado, primero porque no picarlo en el sitio. La lluvia empezaba a molestar durante el tercio de banderillas, que se cumplió con aseo. Se alcanzó la faena de muleta, pero antes, el espada se fue a los medios para brindar al público. A continuación, con la muleta ya montada, se fue al encuentro de el animal, un astado que se arrancó rápido y con viveza, repitiendo en el trasteo por alto y por bajo del espada. Siguió por el pitón derecho, con un novillo de motor, entregado, que siguió atendiendo al cite. Sin embargo, antes de continuar, cambió los terrenos, y ahora ya seguiría toreando al natural, con uno de Montealto que era pronto, pero que perdía las manos con facilidad. Poco a poco la faena se iba empañando, tenía que forzarle con la tela en el morrillo para que entrara al muletazo. Además, tuvo que tratar de que no le tocará la tela, la cual punteaba, ya que cada vez se hacían más notables sus medias arrancadas y arreones. Sacó provecho de las distancias cortas, ciñéndoselo, dosificando las tandas y dándole mucho tiempo y sitio, ayudando así al astado. Aunque no logró limpiar el muletazo, logró meterlo en los vuelos, dejándosela muy puesta. Falló con la espada.
Sergio Rodríguez encontró la armonía con el tercero de la tarde y primero de su lote. Estirándose con gusto y clase en aquellos primero lances de recibo. El quite por gaoneras de Jorge Martínez acabó deslucido, el animal se le vencía. El tercio de banderillas culminó con una sonora ovación para Juan Carlos Rey y Toñete, dando paso al último tercio. El espada salió del tercio para también brindar al público, después se iría a los terrenos del siete, junto a tablas, para recibirlo en la franela de rodillas. El de Montealto tardó en prestarlo atención, pero entró en la tela con fuerza. Rodríguez aprovechó la inercia para seguirlo con pases cambiados por la espalda y darle ligazón al inicio. Tenía una buena arrancada, buscando abajo la tela, aunque con intermitencia, se los tragaba de dos en dos, por lo que no dudó en ponerle la tela en la cara, echarle voz y tirar de la embestida. Lo mostró al natural, con un pitón izquierdo que abrió más y marcó con la ayuda el recorrido. Recuperó la mano derecha, con mejores entradas que salidas, descomponiéndose y soltando la cara. El novillero paró y reestructuró la tanda, limpiando el muletazo, llevándolo con más suavidad. Siguió en las distancias cortas, sacando provecho a cada embestida, encontrando sabor encajado de riñones en el pase largo. Se tiró con todo pero falló con los aceros.
Marcaban el ecuador del festejo «Soñador» y Jorge Martínez, que se estiró a la verónica con el animal, luciéndose en el saludo capotero. Volvió a brindar al público, esta vez desde el tercio, para después, en los terrenos del siete, tratar de iniciar una faena que tardó enarranxar. Fue, finalmente, en el nueve, donde lo trasteara por ambos pitones, sin una embestida definida y algo áspera. No tardó en tomar la muleta por la mano derecha y, fuera del tercio, empezar a pasarlo. Empezó a templarlo, bajándole la mano y sin, de momento, llevarle la contraria. Siguió sobre el mismo pitón, tirando del animal uno a uno. Cambió al izquierdo, muy despacio, esperando la embestida en la tela, buscando el acople con un animal con el que no se lograba limpiar el muletazo. Punteaba la tela sin armonía, con alguna que otra mirada, pero con nobleza. Jorge tuvo determinación frente al astado, buscando las teclas, insistiendo siempre en el sitio, asentado, con la cabeza muy amueblada. Mató con acierto al primer intento.
Al cuarto de la tarde lo saludó en su capote Jorge Molina, que bregó y se terminó estirando con el segundo de su lote, ganándole terreno y logrando rematarlo con una media. Las protestas se acenturaron, el animal hacía bastantes extraños por el pitón izquierdo, pero el presidente, a pesar de las plamas de tango, no otorgó el cambio. Se alcanzó el último tercio, un tercio que Molina inició entre probaturas y pases cambiados, pasándolo por ambos pitones. Continuó por el pitón derecho con un novillo que no se separaba de la tela y que le permitió la ligazón. El animal humillaba y seguía el engaño con ritmo, repitiendo un pase tras otro, fijo en la franela. Cambió al natural y al primer pase salió suelto, por lo que tuvo que ir tras el, tirar del animal y volver a meterlo en la faena. Sin embargo, por aquel pitón no culminaba los pases, se quedaba a medias, por lo que lo abrió y dio salida, una salida sostenida para que no se le fuera. Retomó la mano derecha, calando en los tendidos, cruzándose y buscándolo en el sitio. Pasaba recto y se acabó por desentender de la faena, teniendo que dejársela muy puesta, tratando de sujetar una faena que ya estaba hecha. Terminó toreando metido en tablas. Antes de matar dejó unas ceñidas bernadinas en la puerta de chiqueros. En la suerte suprema, en el segundo intento lo volteó, sin aparentes consecuencias. Sería al tercer intento cuando le hundiera el acero. Dobló con el golpe de cruceta.
«Tabernero» y Sergio Rodríguez cerraban la tarde. El saludo capotero no fue del todo lucido, a pesar de que el novillero tratara de estirarse con el animal. Sin embargo, se volvía y buscaba, siendo algo incierto, metiéndose por dentro. Otro de los mejores tercios de banderillas los dejaba la cuadrilla de Rodríguez. El novillero tomó la franela y se fue más allá del tercio y brindó al respetable. El de Montealto se arrancó y no dio tiempo a preparaciones, así que lo recibió en la franela junto a las tablas, para después sacarlo y aprovechar el motor para darle continuidad. Sin embargo, al último tercio no le faltó la voz, tan necesaria para mantenerlo dentro. La tarde ya metida en agua, fue un condicionante más. Sergio ajeno a lo que pasaba a su alrededor, se encajó y lo empezó a pasar con cadencia y despaciosidad, llevándoselo atrás. Fueron las pinceladas, las que dieron forma a la faena la embestida llegaba recta a la tela, saliendo por alto. Al natural, le echó el brazo atrás e intentó mostrarlo la salida, dejándosela alta. Cada vez le soltaba más la cara en la salida, así que optó por ceñírselo y apretarlo en las distancias cortas, desarmándolo. Falló con la espada.
Ficha. Las Ventas de Madrid. Novillos de Montealto para Jorge Martínez, ovación y ovación; Jorge Molina, ovación tras aviso y ovación tras aviso; Sergio Rodríguez, ovación y silencio tras aviso.