Madrid – Un brindis al cielo

11 de junio de 2023/Patricia Prudencio Muñoz/Foto: Plaza 1

Las Ventas celebraba este domingo 11 de junio la corrida de toros In Memoriam, una corrida en la que El Juli, Talavante y Roca Rey se midieron a los Toros de Victoriano del Río (2°, 5° y 6°) y Toros de Cortés (1°, 3° y 4°). Los animales, de más a menos y de menos a más en la tarde, se fueron dejando ver los matices a partir del tercero, siendo este uno de los mejores toros de la tarde. Algo parecido ocurrió en el cuarto. Los toros, que llegaron bien presentados al coso venteño, no dieron todo el juego esperado en su conjunto, no rompieron, a excepción de los ya mencionados anteriormente. Faltó acople. El resto obedecían, pero sin dar facilidades a la ligazón y a la continuidad en la franela. La espada quitó y mermó muchos triunfos en la tarde. El Juli lo tuvo en su mano después de una faena al cuarto, mayoritariamente, por el pitón derecho. Algo parecido le pasó a Alejandro Talavante, que mató con aseo, pero no con rotundidad en su primero. Con el quinto, simplemente pasó en la franela sin transmisión, no se dejaron ver. El peruano, que llegó con un traje que homenajeaba a José Cubero «Yiyo», fue el nombre más destacado de la tarde, dejando la rotundidad del toreo roto por abajo con el sexto y segundo de su lote. No fue un toro sencillo e incluso le levantó los pies del suelo, le soltaba la cara, pero lo exprimió, poniéndose con verdad y determinación.

«Barbuquejo» abría la tarde en las manos de El Juli, que lo saludó entre verónicas, estirándose con el animal al tiempo que le fue ganando terreno. Tras dejar un pasable tercio de varas y un movido tercio de banderillas, se alcanzó la faena de muleta. El madrileño salió a los medios para brindar al cielo y después quedarse en el tercio para recibirlo. Lo pasó por ambos pitones, moviéndolo, bajándole la mano, pero aireando la salida, sin forzarlo tanto. Siguió sobre el pitón derecho, girándoselo, echándoselo a la cadera. Cambió a la mano derecha, uno a uno, abriendo y dando distancia, alargando el trazo, pero siempre devolviéndolo a la tela sin quitarle los vuelos del morrillo. Recuperó el pitón derecho, al compás de los «olé» se lo fue envolviendo con el toreo bajo y cadencia. El de Toros de Cortés obedecía y pasaba, repitiendo a su ritmo en la franela, sin grandes ayudas para el diestro. Se tiró a matar y mató con acierto.

Talavante saludó al segundo de la tarde, un toro de Victoriano del Río al que primero frenó y después envolvió mientras le andaba, dejando el remate fuera del tercio. Atrás quedó el caótico tercio de palos en el que a punto estuvo de suceder la tragedia. Talavante, sin un brindis previo, se fue a los terrenos del siete y allí empezó el tanteo, obligándolo abajo, genuflexo. Culminó el tanteo con la muleta en la mano izquierda y dejando sello de identidad. Hechas las presentaciones lo llevó por el derecho, pero sin poder bajarle demasiado la mano, ya que el animal caía al albero. Ralentizó el compás hasta adaptarse a las fuerzas del de Victoriano del Río, pasándolo a cámara lenta. Al natural hablaron los vuelos, una vuelos que le echó al morrillo para encauzarlo en el pase. Sin embargo, el animal daba hasta donde tenía y no tenía demasiado. Pasaba, con una embestida cansina, que se mantuvo en la tela, pero sin chispa. Mató con aseo.

A Roca Rey se le vino por dentro el primero de su lote, obligándole a rectificar en el último momento para evitar que se le llevara por delante. No resultó un saludo lucido, lo bregó y sacó de tablas. Se siguió colando por el pitón derecho en los tercios posteriores. El peruano lo esperó en los medios, citándolo desde allí y el animal respondiendo desde el burladero. Eso sí, tuvo que acortar distancias antes para que el animal atendiera, recibiéndolo con varios pases cambiados por la espalda y continuar sin probaturas. Se echó la muleta a la mano izquierda y entre extraños dejó unos primeros naturales dubitativos, pero a los que seguidamente cogió el aire, pero sin la aprobación del respetable. El diestro se lo echaba fuera, perdiendo de vista las embestidas. Cambió al derecho mostrándolo en el uno a uno, con mayor profundidad y transmisión, exigiéndole abajo, rompiéndose con el animal pero sin confiarse, teniendo que aguantar las miradas y parones.  El peruano le dio la emoción que le faltaba, jugándosela en las distancias cortas, pasándolo en redondo, a merced de cualquier arreón que le pudiera echar mano. Se perfiló y se la metió hasta la bola, pero delantera y sin efecto por lo que tuvo que descabellar.

«Devoto» y El Juli marcaron el ecuador del festejo con un saludo bregado en el que el diestro lo guio con suavidad. Llegó el último tercio y El Juli no esperó para moverlo y sacarlo de tablas. Más allá del tercio, sobre el pitón derecho, trató de buscar el sitio y la altura, encontrando la armonía en la tela. Resultó una faena muy medida, en la que el diestro no se precipitó y los pases que daba los daba con seguridad y firmeza. Tras una tanda larga y profunda al natural, recuperó el pitón derecho, pitón por el que más transmisión había. Acortó la serie y le dio un punto más de intensidad, bajándole la mano, evitando que le tocará la tela en todo momento, ya que en cuanto tocaba el engaño se descomponía con violencia. Volvió a mostrarlo al natural, con un trazo sostenido. Sin embargo, volvería a montar la muleta sobre el pitón derecho, tirando del animal hacia adelante, envolviéndoselo con ligazón a su alrededor, en un sinfín de derechazos. En los últimos compases, lo quiso volver a mostrar al natural, pero el toro se paraba cada vez más y era el espada el que empujaba la embestida con todo su cuerpo para que terminará de pasar. Algo que no ocurría con la mano derecha, por donde todavía le quedaba cuerda para rato. Falló con la espada, pasaportándolo en el golpe de cruceta.

«Soleares» continuaba la tarde en las manos de Alejandro Talavante, que se fue a los terrenos del siete para recibirlo. Primero lo bregó y después pudo lucirse con el animal. El de Victoriano complicó varas y banderillas, pero el diestro se mantuvo firme en el inicio de la faena de muleta. Lo recibió por estatuarios, manteniéndose firme en la arena mientras lo pasaba por ambos pitones. Siguió al natural, encajándose y dejando las maneras, pero sin encontrar la embestida deseada. El animal se quedaba corto y tenía un trote alto incierto. Rápidamente siguió por el pitón derecho, bajándole la mano y no mostrándole otra cosa que no fuera la muleta. No había que teclar. Volvió al pitón izquierdo, con una respuesta pronta, pero que no rompía ni lo iba a hacer. Eran naturales, uno detrás de otro. Lo pasaportó con el golpe de cruceta.

Andrés Roca Rey salió decidido, saludando a «Jocundo», con el que se lució y estiró en un saludo bien llevado y que culminó con una dejada. Salió a los medios para brindar al público y desde allí se fue entre las tablas y el tercio, pasándolo en un palmo por estatuarios, sin corregir. El animal se arrancaba en la larga distancias, por lo que el diestro lo aprovechó para darle continuidad a aquella inercia, esperándolo en el sitio y seguir pasándolo con la muleta puesta. Sin embargo, aquella inercia le aguantaba el primer, segundo y el tercer muletazo, apurando. La clave fue que lo siguiera esperando para que el animal entrara, totalmente roto, pero sin ahormar ni depurar las embestidas. El sexto le venía soltando la cara, punteando la tela, con unas salidas que para nada vestían el muletazo. Volvió al natural, pero sin limpiar el pase, mostrándole el pico en el morrillo, para después barrer el firme y encauzarlo. En uno de aquellos derrotes lo prendió feamente, levantándolo del pecho. Se esperó lo peor, pero se recompuso y volvió a la cara del animal para seguir toreando, recibiendo algún que otro aviso de sus derrotes secos. Mientras tanto los tendidos se dividían entre «fuera» y «torero».  El peruano, que parecía no perder la calma, siguió alternando pitones, distancias y alturas. Tenía al público en su mano. Le falló la espada.

Ficha: Madrid. Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés para Julián López «El Juli», ovación y ovación tras aviso; Alejandro Talavante, silencio y silencio; Andrés Roca Rey, oreja y vuelta al ruedo tras aviso.

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