9 de julio de 2023/Patricia Prudencio Muñoz
Madrid continuaba su ciclo de corridas de toros dominicales. En esta ocasión se anunciaban los diestros Ernesto Javier Calita, Joaquín Galdós y David de Miranda, que se midieron a los de Román Sorando. El encierro esfumó las esperanzas de triunfo con el segundo de la tarde, siendo el más destacado el primero, que presentó movilidad, entrega y obediencia, pudiendo tirar del animal hacia adelante. El resto se fueron viniendo a menos, sin cumplir en la tela y sin romper en las faenas. Calita dejó dos vueltas al ruedo con sabor a orejas, dejando raza y valor para arrancar las embestidas a su segundo, nada que ver con el primero de la tarde. Galdós pasó y, aunque tampoco tuvo demasiada suerte ni opciones con su lote, la espada deslució parte de su labor con la franela. Cerraba el cartel David de Miranda, dejando emoción y trasmisión con el sexto, que después de exprimirlo por el derecho, trató de retomarlo y ya no era el mismo. Eso sí, dejó una buena espada, pero sin premio, solo una vuelta al ruedo.
Calita no se demoró en recibir al primero de la tarde, el toro de su confirmación de alternativa. Lo recibió en un saludo capotero bregado por abajo con el que le fue marcando la embestida, con suavidad. Se llevó a cabo la ceremonia de confirmación, para después pedir permiso al presidente y, por último, salir a los medios para brindar al público. Se quedó en aquellos terrenos, más cerca de los de sol, para citarlo en la larga distancia. El animal respondió con prontitud y movilidad, dejando un inicio sin probaturas en el que lo ató en corto y aprovechó la inercia, alcanzando la ligazón. Había emoción y el tendido estaba atento a lo que sucedía en el ruedo. Trató de tirar del animal hacia adelante, pero dosificando por aquel pitón derecho. El de Román Sorando acometía con irregularidad, con cierta aspereza, algo que se notó mucho más al natural. El animal necesitaba sitio y tiempo, no podía sentirse oprimido. Tras aquella tanda al natural, recuperó el pitón derecho, mucho más parado, teniendo que atacarlo a base de mucha voz y un toque firme en el morrillo. Había ciertos cabeceos, pero noble, en su paso por la muleta, sin terminar de limpiar la embestida. Aunque encontró esa armonía al tirar de el con suavidad. mató con acierto y determinación.
Galdós saludó al primero de su lote, primero recogiendo la embestida y después envolviéndolo entre verónicas, sin dejar que se acostumbrara a las tablas. Culminó el cambio de trastos propio de la alternativa y el peruano lo recibió con un tanteo genuflexo por ambos pitones, andándolo, ganándole terreno para sacarlo del tercio. Eligió el pitón derecho para continuar la faena, sorprendiendo en alguna ocasión, pero metiéndolo poco a poco, poniéndosela delantera en el morrillo para después colocar y solo enseñarle franela. Le dio longitud al trazó, pero sin terminar de cogerle los tiempos. Se descomponía con facilidad si se le asfixiaba, así que paró y dosificó, reestructurando unas embestidas que en ocasiones se le vencían por dentro. El derecho ya había dado todo lo que tenía que dar, así que cambió al natural, marcando y colocando con la ayuda. Ligó de uno a uno, llevándolo muy tapadito, pero cada vez se apagaba más el de Román Sorando. Lo buscó en el paso largo, tratando de llevarlo a base de tiempo, aguantando en el sitio, pero sin acople ni continuidad. Falló con la espada.
«Solitario» saltó al ruedo para encelarse en la seda de David de Miranda que lo llevó con lucimiento y soltura, aunque el astado recortó algo más por el pitón izquierdo. Incluso llegó a perder las manos en varias ocasiones. El diestro se fue a los medios, buscando a un toro despistado y al que tanteó ligeramente para empezar a torear sobre el pitón derecho. Buscaba abajo la franela, pero sin una embestida cumplidora, sin chispa. Lo paró y reestructuró la serie por la mano derecha, abriendo el compás, mostrándole la salida a un toro que punteaba la tela. Se echó la muleta a la mano izquierda, dándole mayor amplitud con los vuelos, pasándolo muy despacio, sin entenderse por fuera, que se desentendía. Logró robarle las embestidas de una en una, pero sin obediencia ni opciones para la faena. David de Miranda insistió, dejando un pase tras otro, pero sin contenido. Le perdió el respeto y trató de buscar lo que no tenía el animal metiéndose en las distancias cortas.
Marcaba el ecuador de la tarde «Notario», un toro que salió suelto y al que tuvo que ir a buscar Calita para que se adentrará en los vuelos de su capote. Desarrolló el saludo más allá del tercio, alternando entre la brega y algún lance con el que se lució. Logró rematarlo ya en los medios. El inicio del último tercio no fue sencillo, al toro había que cogerle el aire, teniendo que atacarlo delante y después ligarle los pases. Sin embargo, después de aquel inicio lo desarmó, teniendo que volver a recomponer la tanda por la mano derecha. Fue entonces cuando encontrarán el compás, la altura y el sitio al que llevarse, teniendo que adentrarlo en el muletazo con un toque seco y fijador, dejando el paso largo y la franela al morrillo. Cambió al natural, pero por aquel pitón acortaba y se le echaba encima en sus salidas. Rápidamente recuperó la mano derecha, arqueándose, toreando a base de raza, rabia y poder areancándole las embestidas. Se lo acabó echando encima, toreándolo metido entre pitones, pero sin encontrar la ligazón. Estaba todo hecho. Así que cambió la ayuda por la espada, lo colocó en suertes y dejó una estocada efectiva.
Galdós trató de saludar al segundonde su lote un toro suelto que no atendía al capote y con el que no se pudo lucir. Se alcanzó el último tercio y después de un duro golpe contra el burladero, el diestro lo trasteó muy despacio, sacándolo del tercio para que después de varias oasadas empezará a dejársela. Seguía buscando el sitio y la altura, sin poder bajarle demasiado la mano para que no cayera. El animal se quedaba a medias, sin culminar un pase y sin romper en la tela. Tuvo que perderle pasos, porque el animal quería más que podía y le acortaba demasiado las distancias. El toro no tenía contenido para la faena, así que el peruano atrevió y lo pasaportó.
El sexto, un toro de nombre «Reincorporado» salió muy parado, dubitativo, emplazado en los medios. David de Miranda logró saludarlo en un recibo breve pero lucido. El de Román Sorando se entregó y cumplió en el tercio de varas, siendo ovacionada también la labor de Rafael Carbonell. David de Miranda salió a brindar al público venteño, para después quedarse en los medios y esperarlo con quietud, aunque rectificando ligeramente, para dejar varios pases cambiados por la espalda que volvieron a despertar al respetable. Tras aquel intenso inicio lo empezó a torear sobre el pitón derecho, un toro que respondía colocando la cara y bajándola. Las tandas no fueron excesivamente largas, más bien todo lo contrario, dosificando a un animal que le veía condiciones y oportunidades. Tenía ritmo y entrega, atendiendo al cite con fijeza y prontitud en cuanto le tocaba. Lógicamente tenía sin matices, pero fue uno de los toros de la tarde. También lo mostró al natural, con paso largo y tirando del astado, aunque ahora sí de uno en uno y sin tanto acople. Retomó el pitón derecho, pero cada vez era más tranqueante en la tela, más corto y más dubitativo de su entrada en la franela. Aún así pasaba, pero nada que ver. Cerró por manoletinas y una estocada certera.
Madrid. Toros de Román Sorando para Ernesto Javier Calita, vuelta al ruedo y vuelta al ruedo; Joaquín Galdós, silencio tras aviso y silencio; David de Miranda, palmas y vuelta al ruedo tras aviso.