Un inspirado Juan Ortega abre la puerta grande en Valdemorillo

10 de febrero de 2024/Texto: Mar Muñoz/Foto: Pablo Ramos

Valdemorillo celebró el segundo festejo de su Feria, un cartel que puso el «No hay billetes». Le dieron forma a la tarde los matadores de toros Alejandro Talavante, Juan Ortega y Ginés Marín que se midieron a los de Núñez del Cuvillo. El encierro contó con poco motor y presentó un juego variable, a excepción del quinto que dejó lucirse a Juan Ortega y abrir la Puerta Grande. Talavante y Ginés no encontraron rivales para el lucimiento aunque dejaron improntas de su arte.

Talavante paró a «Asturiano», el primero de la tarde con una brega muy medida.  El toro fue muy protestado durante los siguientes tercios e incluso se llegó a pedir el cambio por su escasa fuerza, pero el presidente desestimó la protesta.  Sin un brindis previo, se puso a torear por ayudados, sacándolo a los medios con clase y despaciosidad. Cambió al pitón izquierdo, toreando al natural, pasándolo de uno en uno, cuidando la embestida, prácticamente acariciándolo. Cambió de mano y siguió llevándolo, pase a pase, al ritmo que le marcaba el animal. Fue así como logró una tanda completa que cerró con el pase de pecho. El animal carecía de fuerza, pero Talavante aprovechó su nobleza para hacer su faena sin lucimiento. Terminó cayendo al firme el astado, dando por concluido el último tercio, no había mucho más que hacer a pesar de los intentos del diestro. Mató con acierto.

Juan Ortega se estiró por veronicas para saludar al primero de su lote, un toro de nombre «Barredor» que tampoco demostró exceso de fuerza. Se lució en el quite por delantales. Se alcanzó la faena de muleta y tras brindar al respetable, se dispuso genuflexo en el tercio, por ayudados, fue así como poco a poco le fue ganando terreno hasta sacarlo a los medios. Al natural comenzó a llevarlo en largo, con despaciosidad, encajado, pero cuidando al animal, pues simplemente pasaba. Con un molinete trató de darle continuidad al último tercio, adornándose como podía para seguir con la mano derecha, llevándolo en redondo. Sin mucho más que añadir, Ortega seguía buscándole las vueltas logrando robarle alguna que otra embestida, con muletazos que llevaban su sello. Cambió la ayuda por la espada y hundió el acero hasta la bola. El animal rodó.

Ginés Marín se lució recibiendo al tercero de la tarde, primero por verónicas y después por chicuelinas, rematando con una media. Trató de lucirse en el quite, pero a punto estuvo de prenderlo. La faena de muleta la inició entre probaturas a pies juntos, pasándolo por ambos pitones. Lo sacó del tercio, le dio tiempo y sitio, tratando de poner un poco de orden en su faena. El animal iba por cuenta ajena, a pesar de las directrices que le fue marcando el matador de toros, por lo que este fue buscando el compás al que torear. Continuó sobre el pitón derecho, dándole sitio, dejándole respirar, tratando de sujetarlo para que le aguantara. Cambió al natural, pero no terminaba de mostrar una embestida clara, pero Ginés no dejó de tirar del animal con el engaño a pesar de que este se resistiera a pasar. Uno a uno se fueron desarrollando los últimos compases de la faena, por el pitón derecho ante un animal cada vez más parado. Lo cuadró y mató con acierto y determinación.

«Ganador» marcaba el ecuador del festejo, saliendo suelto del capote de Talavante, que le trató de encelar en los medios donde le robo algún lance de recibo. Se alcanzó el último tercio y Talavante lo fue sacando del tercio con torería. Sobre el pitón derecho lo llevó  a media altura para después ir bajándole la mano. Sonó la musica amenizando la incipiente faena. El diestro  lo pasó por luquesinas para cambiar al natural y después seguir  llevándole de uno en uno, buscando la ligazón en un animal bastante parado. Poco a poco se fue quedando sin motor y sin nada más que añadir dejó alguna tanda al natural y dos por el derecho, dando paso a los trincherazos que lo llevaron directo a la suerte suprema. La espada quedó defectuosa.

Juan Ortega dejó pinceladas de su arte en el saludo capotero, un saludo muy aplaudido por el respetable. La continuidad del saludo se encontró en el quite que resultó variado, realizado con despaciosidad y mucho arte. Inició la faena en el tercio, probándolo por ayudados, pasándolo por ambos pitones, sacándolo a los medios entre los «olé» de los tendidos. Le siguió por el pitón derecho, recetándole unos pases de categoría que calaron hondo. Hubo profundidad, cadencia y mucha despaciosidad en el trazo de Juan Ortega, que le dio tiempo y ligó en los mismos medios. Avanzaba la faena y el diestro parecía pasárselo a cámara lenta y con mucha elegancia. Inició el toreo al natural alargando el pase, llevándolo hasta el final, culminando genuflexo y poniendo la plaza en pie. Mató con el alma.

Cerraba Ginés Marín, saludando al segundo de su lote por verónicas, con despaciosidad, luciéndose con «Rescoldito». Tras brindar al respetable desde los medios dio comienzo el último tercio, el cual inició desde aquellos terrenos, de rodillas dejando un pase cambiado por la espalda para después seguir toreándolo de rodillas en redondo, alcanzando la entrega total del público. El diestro lo probó en la larga distancia, citándolo de lejos sobre el pitón derecho. El animal se arrancó con prontitud pero le costó encelarse en la tela. Cambió al natural llevándolo a media altura, cuidando mucho las embestidas. No tardó en recuperar el pitón derecho, dándole el pecho, aguantándole en el sitio, pasándole de uno en uno, porque se había ido apagando poco a poco. Trató de lucirse con lo que le quedaba, dejando algún pase invertido en redondo, metiéndose entre pitones. Lo cuadró y lo pasaportó.

Ficha: Plaza de Toros “La Candelaria” Valdemorillo (Madrid). 2º festejo de abono. Entrada: Lleno de no hay billetes: Toros de Núñez del Cuvillo. Variados de juego. Alejandro Talavante, silencio y ovación. Juan Ortega, ovación tras petición y dos orejas. Ginés Marín, ovación y aplausos.

 

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