La mano izquierda de Talavante y las faenas meritorias de Ortega y Rufo en una tarde mansa en Madrid (Fotos)

23 de mayo de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

Las Ventas acogía una nueva tarde de «No hay billetes» con los diestros Alejandro Talavante, Juan Ortega y Tomás Rufo que se midieron a los de El Puerto de San Lorenzo. Los animales, que fueron mansos, resultaron nulos en la tela, sin fuerza, entrega ni emoción. La excepción fue el primero, un toro noble que embistió muy despacio y atendió a las demandas de aquella poderosa mano izquierda de Talavante. Estuvo cumbre con el toreo al natural en su primero, al que le cortó una oreja. Nada pudo hacer con el cuarto, con el que decidió no alargar una faena que se planteaba nula para el triunfo. Ortega no tuvo opciones con el segundo, un toro sin emoción ni entrega que le robó los triunfos. Con el segundo de su lote desarrolló una faena meritoria en la que logró sacar lo poco que le podía dar aquel toro. Rufo quiso alargar e insistir ante un tercero vacío y que no aportaba nada. Con el sexto, un toro extremadamente manso con el que se empeñó en hacerle faena.

Salió el abreplaza, un toro que no se terminaba de arrancar, mirando el firme. Talavante lo llevó a media altura, sin apretarlo, bregándolo con suavidad. Se alcanzó la faena de muleta y el diestro la inició cerca de los medios, al natural, abriéndolo en los vuelos para terminar recogiéndolo. El animal entró despacito, dejándose llevar por aquella poderosa mano izquierda. Cambió al derecho, envolviéndoselo, enroscándose con aquella embestida, más imperfecta por aquel pitón. Recuperó la mano izquierda, pero cada vez se quedaba más corto en aquella faena en la que dosificó todo lo que pudo entre tandas, para después exigirlo y llevarlo, ya más metido en tablas. Cambió la ayuda por la espada y le hundió el acero con firmeza y exactitud.

Juan Ortega saludó por verónicas de gusto y arte al segundo de la tarde y primero de su lote. Se alargó en exceso el tercio de varas, lo mismo que ocurrió en banderillas con un toro que no se definía y le pasaron varias veces en falso. Trataron de tirar de un animal emplazado que atrasó el inicio de la faena. Ortega lo recibió en la muleta con un trasteo por ambos pitones, con cierta incertidumbre por el derecho, tratando de ganarle terreno y sacarlo más allá del tercio. Siguió con la mano derecha, tocando y abriendo, uno a uno, dándole salida, muy despacio, sin emoción ni entrega por parte del de El Puerto de San Lorenzo. Cambió al natural, buscándole los terrenos, las distancias y la altura, para después pasarlo en la media sin encontrar acople ni lucimiento ante un toro que le punteaba la tela. Le metió la mano y lo pasaportó.

El tercero resultó suelto, pero no le impidió a Rufo poder estirarse cada vez que entraba en su capote. Se alcanzó la faena de muleta y Rufo decidió iniciarla por abajo, genuflexo, llevándolo y sacándolo hacia los medios. Eligió el pitón derecho tras aquel breve inicio. Tocó y llevó, muy despacio, buscándole a pitón contrario, sujetando aquella embestida sosa y vacía en la que no transmitía.  Se lo intentó envolver en corto. Al natural intentó mostrarlo, abriendo y marcando el recorrido en una faena en la que demostró su valor y en la que también se le pidió que lo matara. No había nada que decir ni hacer, teniendo que insistirle en la cara para que entrara y siguiera sin entrega alguna.

Talavante saludó a un cuarto poco definido y de embestida dudosa en un recibo en el que no se pudo estirar. Inició la faena con un trasteo por abajo con un toro al que no se le podía exigir. Tiró del animal, lo movió y empezó a llevarlo sobre el derecho. No había mucho que hacer con el cuarto, un toro sin fuerza que pasaba de milagro. Pasaba a base de arreones, queriendo seguir la tela pero sin poder, perdiendo las manos con facilidad. Talavante trató de arrancarle más embestidas, pero sin poder hacer nada con el. Fue a por la espada para pasaportar a aquel cuarto.

El quinto fue un toro protestado a su salida, dadas sus hechuras. Entró sin interés ni celo en el capote de Ortega, saliendo suelto. El diestro logró llevarlo por abajo, pero sin llegar a estirarse. Se pidió con intensidad que fuera devuelto, pero la presidencia no lo aceptó. Ortega inició la faena por alto y por bajo, probándolo por ambos pitones, resultando volteando bruscamente. Siguió pasándolo, para después definirse por el derecho, llevándolo muy despacio, sin exigirle en exceso, pero llevándolo metido a media altura. Le dio tiempo y sitio, siguiéndole por el mismo pitón, con ritmo y continuidad, aguantando aquella embestida sin clase que se movió y que le permitió envolvérselo y llevarlo sobre su propio eje. Una faena meritoria en la que había una línea muy fina y que en cualquier momento le podía prender. Le puso la tela en la cara y llevándolo muy tapado, de dos en dos fue encontrando aquella continuidad. Cambió la ayuda por la espada y lo mató.

Rufo saludó al cierraplaza, bregándolo, llevando la embestida, ganándole terreno. Salió a los medios para brindar su faena y la inició de rodillas en el tercio, pasándoselo muy ceñido, pero sin levantarse, toreando poniendo a la plaza de acuerdo. Continuó sobre el pitón derecho con un toro con el que ya había hecho todo lo que tenía que hacer. Salía suelto de cada muletazo, yéndose descaradamente a tablas. Le dio salida y se le iba, por lo que, aunque tardó, optó por no quitarle la tela de la cara, teniendo que torearlo en tablas, donde el animal le marcó. Hubo toda la profundidad con la que se podía torear en aquellas tandas con un manso declarado. Le siguió insistiendo, recorriéndose la plaza bordeando las tablas. Logró robarle y ligarle los dos primeros pases, al tercero se iba. Todo lo hizo Rufo. La estocada quedó defectuosa, pero resultó efectiva.

Madrid. Toros de El Puerto de San Lorenzo. Los animales, que fueron mansos, resultaron nulos en la tela, sin fuerza, entrega ni emoción. La excepción fue el primero, un toro noble que embistió muy despacio y atendió a las demandas de aquella poderosa mano izquierda de Talavante. Alejandro Talavante, oreja y silencio; Juan Ortega, silencio y saludos; Tomás Rufo, silencio y ovación.

Incidentes: El matador de toros Juan Ortega al terminar la lidia del segundo toro de su lote, ha sido atendido en la enfermería de un puntazo con hematoma en gemelo interno de la pierna izquierda y de un puntazo corrido en región pretibial izquierda, pendiente de estudio.

 

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