Triunfa la entrega de Romero, la elegancia de Vicens y el gran nivel de Guillermo Hermoso en la de rejones de Torrejón de Ardoz

25 de junio de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

Torrejón celebraba una corrida de rejones en la que Andrés Romero, Lea Vicens y Guillermo Hermoso de Mendoza se midieron a los ejemplares de la ganadería de El Canario. Los animales fueron variados en comportamiento, aunque dieron juego y opciones para el triunfo, destacando el segundo, pero sobre todo el cuarto. Andrés Romero tuvo disposición y entrega, derrochando ganas en faenas que no terminaron con rotundidad, pero sí que fueron suficientes para cortar tres orejas. Lea Vicens lo llevó al ralentí, con clase y precisión, pero sin acierto con el rejón de muerte, con el que el animal se demoró en doblar, pero tuvo la oreja en la mano. Encontró la rotundidad con el quinto al que desorejó. Guillermo fue el que más calado tuvo en los tendidos con los de su lote, cortando tres orejas en una tarde de un gran nivel.

Salió el abreplaza, que se recorrió el ruedo para después encelarse, ya en los medios, en los cuartos traseros del caballo que montaba Andrés Romero  dejó con acierto el primer rejón de castigo. Le valió con uno y cambió a las banderillas. Trató de ligar al animal bordeando las tablas. Pero se le quedaba parado, por lo que su continuidad era más que intermitente. Al llegar a la cara del animal se abría para dejarle los palos. Sin embargo, antes de hundir la primera banderilla pasó un par de veces en falso, sería al tercer intento y conectando con los tendidos cuando lo lograra. El animal tenía aquellas medias arrancadas en las que rápido se desligaba de las demandas de Romero. Ralentizó el ritmo para llevarlo metido y poder ligarlo. Logró algunos palos más al encuentro del quiebro, llegando a los tendidos. Cambió de caballo y continuó con los palos, luciéndose con piruetas en la cara del animal. Lo envolvió en los medios y siguió con las cortas, una a una. Aquello fue su epílogo antes de dejar un rejón de muerte sin acierto.

Salió el segundo de la tarde, al que Lea no tardó en encelar en su caballo. El animal tenía movilidad y prontitud, al que logró dejar hasta dos rejones de castigo. Cambió de cabalgadura, teniendo que buscar y provocar la embestida para meterlo en aquellos cuartos traseros y llevarlo ligado a la grupa. Se lució con los palos, en los que se abrió en el encuentro y hundió las banderillas. Encontró la conexión también con los tendidos, a los que apeló de una manera directa. Hizo un nuevo cambio de caballo, para envolver al animal en los medios, a toro parado prácticamente. Continuó con las banderillas, dejándoselas al ralentí, incluso en las cortas. Tuvo que andar tirando del animal y, finalmente, el mejor lugar fueron los medios con un toro que atendía y que incluso lo demostró en la brega de los auxiliadores. Hundió el rejón de muerte con acierto, pero demorándose en doblar.

El tercero le apretó a Guillermo contra las tablas en su salida para después darle aire y lograr llevarlo, algo más templado, ligado a la grupa, marcando con el rejón de castigo en la mano, que posteriormente hundió. Cambió de caballo, lo enceló en los medios, para después darle distancia y buscar el encuentro al quiebro para clavar la primera banderilla. Logró correrle de lado, bordeando las tablas, cambiándole el paso al toro, hasta frenarlo y dejarlo parado. Aprovechó para hacer el cambio de cabalgaduras y retomar los palos, con los que emocionó a los tendidos. El animal colaboraba en el encuentro, permitiendo que Guillermo Hermoso de Mendoza se luciera. Un nuevo cambio, ahora ya para dejar las rosas, la primera a toro parado junto a las tablas. Para la segunda lo movió y volvió a hundirla con acierto. Siguió con las cortas, un par, también apretado en la madera, pues el animal se emplazó allá. Con el rejón de muerte encontró acierto en el tercer intento.

Quiso arriesgar Romero con el segundo de su lote, con el que se fue a portagayola para hundir el rejón de castigo en aquel caos en el que se lució en una suerte que parecía imposible. Cambió de caballo después de aquel recibo y inició el tercio de banderillas, pero antes lo emplazó en los medios. Lo citó, lo esperó en las tablas y en el encuentro entre ambos dejó el primer palo. El animal tenía movilidad y fijeza en el caballo, con una embestida regular y uniforme en la que no le soltó la cara, ni intento hizo. Un toro reposado y de buen son al que Romero pudo llevar a placer. Se le arrancaba con certeza y bravura, manteniéndose en los medios, aunque poco a poco se le fue parando y viniendo a menos. Sin embargo, se le seguía arrancando para las banderillas, pero también apretándole. Ralentizó el compás y con piruetas incluidas dejó la última banderilla larga al quiebro, al ralentí. Con una apelación directa a los tendidos de sol siguió las cortas, envolviéndolo en los medios, dejándoselas de una en una, ciñéndoselo. Con el rejón de muerte efectivo.

Lea se fue a la puerta de chiqueros para saludar al quinto de la tarde y segundo de su lote. Desde ese momento le corrió de lado por todas las tablas, totalmente metido y ligado a la grupa, sin que se le desligara, enlazando con el primer rejón de castigo, que dejó con acierto, al igual que el segundo. Cambió de caballo y se alcanzó el tercio de banderillas en el que gustó y se gustó al quiebro. El animal le brindó movilidad y prontitud, arrancándose con viveza a las provocaciones de Lea, que estuvo, constantemente, tirando del animal, colocándolo, llevándolo. Hizo un nuevo cambio de cabalgaduras. Aprovechó aquella fijeza para tirar del animal y torearlo con la grupa, apurando las distancias. Su actuación estaba calando hondo en los tendidos. Cambió a las banderillas cortas adornadas en las que una a una siguió convenciendo ya con un toro metido en tablas. Lo mató con acierto.

El cierraplaza salió con chispa, apretando, ciñéndosele a Guillermo Hermoso de Mendoza, que trató de templar y ralentizar. Le dejó dos rejones de castigo, el segundo con menos acierto que el primero. El animal tenía aquella media arrancada que poco a poco se fue quedando a medio gas. Se le fue a tablas y Guillermo quiso sacarlo a base de insisitirle. Sin embargo, tuvo que buscar las opciones cerca de la madera, hundiendo los palos con habilidad e inteligencia, metiéndose en terrenos comprometidos, exponiéndose y buscándolo al quiebro. Quiso darle la emoción que el animal no tenía, tratando de tirar de el bordeando las tablas, corriéndole de lado.  Piruetas e intentos de involucrar a los tendidos en aquella actuación que culminó con las rosas, un par de banderillas largas y un rejón de muerte certero.

Torrejón de Ardoz. Toros de El Canario. Los animales fueron variados en comportamiento, aunque dieron juego y opciones para el triunfo, destacando el segundo, pero sobre todo el cuarto. Andrés Romero, oreja y dos orejas; Lea Vicens, saludos y dos orejas; Guillermo Hermoso de Mendoza, dos orejas y oreja.

 

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