Roca Rey y Tomás Rufo abren la Puerta Grande en Pamplona (Fotos y Video)

10 de julio de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

Pamplona celebraba su sexto festejo taurino y su cuarta corrida de toros de San Fermín. Los matadores de toros Miguel Ángel Perera, Andrés Roca Rey y Tomás Rufo se midieron a los ejemplares de la ganadería de Fuente Ymbro. Los animales protagonizaron una tarde en la que fueron a más en su mayoría, aunque también hubo diversos comportamientos y embestidas. Dieron opciones a los matadores en una tarde en la que se pasearon un total seis orejas. El primero tuvo más clase que empuje, lo contrario que ocurrió con el segundo que tuvo mayor movilidad que clase. El tercero se acabó viniendo a menos. El cuarto y el quinto fueron los más irregulares. El sexto fue quizá el más deslucido de la tarde. Miguel Ángel Perera se gustó toreando a placer y con mucho temple al primero de su lote. El cuarto fue un toro complejo e irregular en su embestida, al que se impuso a base de mano baja y mucho poder. Roca Rey desarrolló una faena larga y de poder, llevando a un segundo que no humillaba con pulcritud. Con el quinto resultó un tira y afloja constante en el que el peruano derrochó poder ante un toro irregular con el que culminó metido entre pitones. Tomás Rufo cuajó una faena importante y de dimensión ante el tercero de la tarde. Mostró firmeza y determinación sobre el pitón derecho de un sexto deslucido al que se impuso en el tira y afloja.

Miguel Ángel Perera saludó al abreplaza, frenándolo en su capote, tratando de recoger la embestida y encelarlo, pero se emplazó, teniendo que ser el diestro el que fuera a por el animal. El quite de Perera se completó por chicuelinas y una revolera. Inició la faena a pies juntos, pasándolo por ambos pitones, templando aquellas embestidas. Continuó por el pitón derecho, bajándole la mano en una primera tanda lenta y corta. Le dio tiempo y sitio, para después seguir sobre aquel pitón, a base de temple, largura y despaciosidad. El toro se dejaba llevar, metiendo la cara abajo. Perera decidió cambiar al pitón izquierdo, en un toreo al natural milimetrado con el que encontró expresión. Lo pasó de uno en uno al noble primero, pero no terminó de calar en los tendidos. Perera desarrolló su faena, prácticamente, en un palmo de terreno, llevándolo sobre su propio eje, deslizando y haciéndolo seguir el engaño. Poco a poco fue metiéndose en los terrenos del animal, acortando las distancias con un toro que seguía obedeciendo, atendiendo a las demandas del extremeño. La espada fue efectiva aunque de colocación defectuosa.

Andrés Roca Rey frenó en su capote a un segundo que salió suelto, pero logró sujetar, primero bregándolo para después estirarse por verónicas, ganándole terreno y llevándoselo a los medios. Se lució Rufo en su quite por delantales muy breve, que tuvo réplica por parte de Roca Rey por gaoneras. Se alcanzó la faena de rodillas en los mismo medios, pasándolo por la espada, para después seguir toreándolo, aguantando con un toro que se lo pensaba, pero que terminó por entrar en la muleta con cierta continuidad. Siguió por el pitón derecho, sin terminar de bajarle la mano, dándole ritmo y consintiendo al primero de su lote. Tocaba y el animal entraba con prontitud, con mejor entrada que salida de la tela, bajándole paulatinamente la mano. Cambió al natural, sin que el toro humillara, pero el diestro logró ahormar las embestidas, llevándolo muy despacio en series largas en las que también le permitió respirar. Limpió los muletazos, alcanzando la pulcritud en las series. El toro, que seguía embistiendo, cada vez protestaba más en sus salidas. Recuperó el pitón derecho, pasándoselo por donde quiso, a pesar de que se metiera en las distancias cortas, entre pitones. Le metió un espadazo en todo lo alto.

Salió el tercero de la tarde y primero del lote de Tomás Rufo, quien lo saludó por abajo para después bregarlo con suavidad y sacarlo por delantales. Se echó de rodillas en el inicio de faena para empezar a torearlo muy templado y en redondo sobre el pitón derecho. Continuó sobre aquel pitón, con suavidad y despaciosidad, bajándole la mano. Le adelantó la mano en la larga distancia, teniendo que acortarlas y buscarlo a pitón contrario, para después aprovechar la inercia, asentarse y pasarlo, dándole ligazón a la serie. Le dio tiempo y sitio, tiró del animal, le cambió los terrenos y tomó la franela con la mano izquierda, llevándoselo a la cadera, envolviéndoselo a la cintura, con temple, a cámara lenta. Se asentó con el toro, toreándolo con cadencia y profundidad, cuajando su faena al tercero de la tarde. Continuó por el derecho, en las distancias cortas, muy por abajo con un toro que aguantó y seguía atendiendo a las demandas del diestro. Culminó por manoletinas y una estocada con la que el toro tardó en doblar.

Miguel Ángel Perera saludó al segundo de su lote, bregándolo pero sin poder estirarse con el. Comenzó su faena con doblones por abajo, para después estirarse con el y ganarle terreno. Siguió pro el pitón derecho, tratando de buscar el acople con un toro que salía a la defensiva de la tela. Lo abrió y llevó muy tapado, buscando la armonía, en una embestida irregular, bajándole la mano, tirando de el en el tira y afloja con un toro que le dificultó su labor. Al natural le fue pasando uno a uno, aguantando aquella embestida, tocando con suavidad y tirando para pasarlo, llevándolo muy toreado, imponiéndose al toro. Siguió sobre el pitón izquierdo, encontrando esa armonía a base de poder, sacando lo mejor de un toro que no parecía tener opciones. Le apretó por abajo, sacando el contenido. Alargó aquella faena, agarrándose al animal, continuando con el toreo en redondo. Mató al segundo de la tarde.

Al quinto lo frenó, bregó y llevó Roca Rey, que lo pasó por verónicas a pies juntos, sacándolo a los medios, donde lo remató con una media. Se alcanzó la faena de muleta agarrado a tablas el peruano para después andarlo con torería para sacarlo de tablas, más allá del tercio. Montó su muleta sobre la mano derecha, pasándolo para afianzar su embestida e iniciar aquella tanda en la que le citaba arriba, abriéndolo y sacándolo sin exigirlo abajo. Poco a poco fue curvando el trazo e incluso, una vez fijado en la tela, se lo pasó por la espalda. Dosificó mucho entre pases, esperando para ayudarlo a recuperar y volver a meterlo. Al natural no había armonía, así que Roca Rey recurrió a la suavidad y a la longitud en el pase con un toro que se metía por dentro. Retomó el pitón derecho, por el que había algo más de orden en las embestidas, pero sin permitir la continuidad, parándose, mirando, sin clase ni transmisión. Volvió a meterse entre pitones, sin rectificar, teniendo que insistirle con la muleta en el hocico. Metió la mano con acierto, fue un estoconazo.

Tomás Rufo saludó al cierrplaza, estirándose con el en el capote. Se alcanzó la faena de muleta al que pasó genuflexo por ambos pitones, sometiéndolo, mostrándolo y sacándolo del tercio. Lo movió, tiró del animal y se decidió por el toreo al natural. Lo tocó con firmeza en la cara, llevándolo en un trazo largo que el toro deslucía con aquella embestida deslucida. Cambió al pitón derecho y el de Fuente Ymbro parecía querer entrar en la faena. El diestro le bajó la mano, mostrando poder a aquel toro al que le fue ordenando las embestidas, robándoselas. Continuó por el derecho, ahora con más recelo, pero entrando en el toreo de Rufo, que se asentó con el y lo apretó. Al natural quiso volver a mostrarlo, uno a uno pero sin lucimiento, soltando la cara arriba en sus salidas. Volvió al derecho, consintiendo mucho, buscando las teclas. Falló con los aceros.

Pamplona. Toros de Fuente Ymbro. Los animales protagonizaron una tarde en la que fueron a más en su mayoría, aunque también hubo diversos comportamientos y embestidas. Dieron opciones a los matadores en una tarde en la que se pasearon un total seis orejas. El primero tuvo más clase que empuje, lo contrario que ocurrió con el segundo que tuvo mayor movilidad que clase. El tercero se acabó viniendo a menos. El cuarto y el quinto fueron los más irregulares. El sexto fue quizá el más deslucido de la tarde. Miguel Ángel Perera, palmas y oreja tras aviso; Andrés Roca Rey, dos orejas y oreja; Tomás Rufo, dos orejas y palmas tras aviso.

 

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