El dominio de Roca Rey abre la Puerta Grande y la clase de Aguado deleita a Pamplona (Fotos y Video)

12 de julio de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

Pamplona celebraba su octavo festejo taurino y sexta corrida de toros de San Fermín. Los matadores de toros Cayetano Rivera, Andrés Roca Rey y Pablo Aguado se midieron a los ejemplares de la ganadería de Jandilla. Los animales dieron juego en una tarde variada en comportamiento, dejándose llevar a pesar de la durabilidad, siendo nobles pero sin clase alguna. Los hubo mansos con descaradas miradas a tablas, pero nobles, permitiendo la expresión en los puntos más altos de la faena. Aquello también permitió el triunfo en las faenas medidas y el dominio. Cayetano se llevó el peor lote, con el primero pareció ir a más pudiendo sacar las virtudes en una faena breve y una buena estocada sin premio. Nada pudo hacer con el cuarto, un toro soso y sin celo que pasaba con una marcada querencia. Roca Rey hizo una faena muy completa con un toro noble y de buenas condiciones. No le faltó nada, siendo una faena merecedora de las dos orejas, pero a la que solo concedieron una. Exprimió al segundo de su lote, con una faena de intensidad y firmeza con un toro escaso al que dominó. Pablo Aguado llegó y caló en los tendidos con un toreo al natural con un toro justo pero de calidad y mucha clase, exquisita. No encontró más opciones con un sexto deslucido con el que encontró pinceladas y mayor armonía al natural, pero duró muy poco en la tela.

Cayetano saludó al abreplaza con su capote, pasando suelto en los primeros lances, emplazándose. Logró encelarlo brevemente junto a las tablas. Lo recibió en la muleta sentado en el estribo, esperando a que repitiera, sin levantarse, para después seguir genuflexo con la rodilla en tierra para seguir pasándolo. Un inicio lleno de raza con el que Cayetano llegó a los tendidos. Se decidió por el pitón derecho, buscándolo a pitón contrario. Las embestidas no eran uniformes ni pulcras, deslucía en las salidas, soltando la cara y con intención de huida. Cambió al pitón izquierdo, marcándole el trazo con la ayuda, deslizándolo en la tela. Sin embargo, volvió a tomar la franela con la mano derecha, pasándolo en largo, limpiando, bajándole la mano, evitando las protestas. Tocó y pasó, encontrando en el animal ciertas virtudes. Decidió no alargar, cambió la ayuda por la espada y le metió la mano con acierto.

Roca Rey se fue a la puerta de chiqueros para saludar al primero de su lote a portagayola con una larga cambiada de rodillas. Después construyó un recibo variado y muy completo. Desarrolló el quite por chicuelinas con suavidad, torería y mucha elegancia. Se alcanzó la faena de muleta y el peruano la inició con un ligero tanteo, tirando del animal para moverlo y decidirse de rodillas. Con un pase cambiado por la espalda comenzaba aquella tanda, envolviéndoselo, encontrando continuidad en los tercios. Sin terminar de bajarle la mano, lo llevó a media altura, pasándolo con suavidad sobre el pitón derecho. Continuó, empezando a asentarse con un toro al que pasó en largo, manteniéndole la tela en la cara. Cambió al pitón izquierdo le bajó la mano y le obligó a embestir, pasándolo de uno en uno, totalmente encajado en aquel toreo lento y suave en el que apenas se movió. Le dio tiempo y sitio a un animal que estaba totalmente metido en la faena y en las demandas de Roca Rey. Siguió al natural, echándoselo a la cadera, envolviéndoselo a la cintura, con la muleta siempre puesta. Encontró pulcritud y longitud en aquellas tandas por el pitón izquierdo. Recuperó el derecho, acortando las distancias, pisando sus terrenos, aprovechando la nobleza, fijeza y obediencia para pasárselo por donde quiso, aguantando que aquellos pitones le rozaran la taleguilla e incluso se le parase. Soltó la muleta y después de aquel desplante se fue a por la espada. Le pegó un espadazo, pero el animal se demoró en doblar y el diestro tuvo que tomar el descabello.

El tercero de la tarde salió suelto y Aguado tuvo que llevárselo a los medios para torear a la verónica a un toro muy agarrado al piso. Tomó la franela después de dos largos y difíciles tercios de varas y banderillas. El diestro inició su faena por abajo, pasándolo, obligándolo por abajo en aquel tanteo que desarrolló en la raya. Eligió el pitón derecho para pasarlo con suavidad, mimando aquella embestida a la que había que sujetar. Continuó con un toro que metía la cara y embestía siguiendo el engaño. No pudo apretarlo, pero no le faltó suavidad, despaciosidad ni torería. Aguado lo sacó del tercio, dando un molinete y empezar la tanda por el izquierdo, marcando el trazo con la ayuda, siempre dejándosela puesta. El de Jandilla era noble y terminó por cantar y mirar descaradamente a tablas. Había clase por ambas partes y el acople al natural hizo las delicias de los tendidos. Fue a por la espada, pero antes de cuadrarlo lo pasó con gusto al natural, con unos doblones por abajo y unos ayudados por alto. Lo mató con una estocada fulminante.

El cuarto salió suelto, sin prestar atención a los capotes. Se paseó por el percal de Cayetano sin fijarse, siendo Rus quien lo bregara. Volvió a iniciar la faena junto a las tablas, agarrado a ellas. Tuvo que descartar aquel comienzo de faena, yendo a su encuentro para poder pasarlo genuflexo. El toro marcó rápido la querencia, sin fijeza ni interés en la tela, por lo que Cayetano buscó mantenerlo en el engaño, sujetando su embestida. Se decidió por el pitón derecho, con un toro que simplemente pasaba, sin clase, pero con nobleza. Le dio mucho sitio y tiempo, para después cruzarse y atacarlo para meterlo en la franela. Resultó soso y sin celo. Cayetano cambió al pitón izquierdo, pasándolo con suavidad, pero teniendo que ponerlo todo el. No había materia prima que mostrar, pasaba con la cara alta, descomponiéndose al tocar la tela. Sobre el pitón derecho arremetía con violencia. No tuvo acierto con la espada, el toro no ayudó.

Andrés Roca Rey volvió a irse a portagayola para recibir al quinto con una larga cambiada, después siguió de rodillas a la verónica, toreándolo. Se levantó para culminar por chicuelinas hasta rematarlo. Se fue a los medios para hacer su quite por gaoneras muy ceñidas. Se alcanzó la faena de muleta, brindó al público y lo recibió en la muleta a pies juntos, pasándolo por alto por estatuarios, con quietud y mucha firmeza. Culminado ese inicio, tiró del animal, lo sacó del tercio y llevárselo a los medios para continuar por el pitón derecho. Se la dejó muy puesta en la cara, tratando de mantenerlo dentro, permitiendo la ligazon aquel toro noble. El peruano encontró ritmo y transmisión ante un toro que también mostró al natural, pasando sin raza. Lo llevó de uno en uno, en un natural infinito que tuvo que acortar para meterlo. Poco a poco se iba apagando y el de Jandilla marcaba su intención de marcharse a tablas. Volvió a sacarlo del tercio y continuó con la mano derecha en un cite delantero, para después bajarle la mano y arrastrar la embestida a base de mano baja y con un toreo lento, suave y templado. Le apretó, sometiéndolo antes de alcanzar las distancias cortas, volviendo a pisar sus terrenos, siempre dosificando y midiendo muy bien los tiempos. Hundió la espada y el animal dobló.

El cierraplaza se emplazó en los medios, pero después pudo lancearlo en su capote Pablo Aguado entre probaturas, tratando de estirarse a la verónica, pero sin poder lucirse con un toro áspero. Desarrolló su inicio de faena por abajo, para culminarlo con un gran cambio de mano. Le siguió el toreo en redondo sobre el pitón derecho en cites cortos, echándole los vuelos a la cara y tirando de la embestida. El animal tenía peores salidas del muletazo, soltando la cara, aún así el sevillano logró limpiar los pases. No humillaba y no tenía clase. Sin embargo, mucho cambió al natural, siguiendo el engaño con mayor pulcritud y uniformidad, pudiendo llevarlo en largo. Volvió a insistir por el pitón derecho, pasando sin celo, con embestidas ajenas a las demandas del diestro, apagándose poco a poco. Recuperó el pitón por el que antes había encontrado armonía, pero ya el de Jandilla no se prestaba a ello. Deslució con la espada.

Pamplona. Toros de Jandilla. Los animales dieron juego en una tarde variada en comportamiento, dejándose llevar a pesar de la durabilidad, siendo nobles pero sin clase alguna. Los hubo mansos con descaradas miradas a tablas, pero nobles, permitiendo la expresión en los puntos más altos de la faena. Aquello también permitió el triunfo en las faenas medidas y el dominio. Cayetano Rivera, saludos y silencio tras dos avisos; Andrés Roca Rey, oreja y oreja; Pablo Aguado, oreja y saludos.

 

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