Juan de Castilla roza la Puerta Grande con el mejor lote de José Escolar en Pamplona (Fotos y Video)

13 de julio de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

Pamplona celebraba su noveno festejo taurino y séptima corrida de toros de San Fermín. Los matadores de toros Rafaelillo, Gómez del Pilar y Juan de Castilla se midieron a los ejemplares de la ganadería de José Escolar. Los animales mostraron las complicaciones propias del encaste, planteando dificultades en las faenas. Duraron poco en la muleta y una vez que se agotaban empezaba la brusquedad. Los primeros fueron ásperos, pero con nobleza. La segunda mitad del festejo fue la más deslucida. Los mejores toros de la tarde fueron el tercero y el sexto. Rafaelillo se midió a un primero incierto y algo áspero pero que pasaba, empeorando en los últimos compases de la faena. Lo pasó como pudo al cuarto, teniendo que arrancarle las embestidas, soseando sin entregarse. Gómez del Pilar mostró disposición y mucha entrega con un segundo que se apagó rápido. Tampoco tuvo opciones con el quinto, al que tuvo mayor acople con el pitón derecho de un toro desentendido. Juan de Castilla encontró acople con un toro que no duró mucho pero que se dejó llevar por el derecho, dando opciones, humillando y con transmisión. Se llevó el mejor lote de la tarde, ya que con el sexto, un toro interesante y exigente, pero que no daba margen de error, hizo faena en el tira y afloja, encontrando el contenido por el pitón derecho. Tuvo la Puerta Grande en su mano pero el acero empañó su faena.

Rafaelillo salió y se dispuso de rodillas para saludar al abreplaza con una larga cambiada de rodillas. Después lo bregó por abajo, abriéndolo junto a las tablas. Intentó el quite Gómez del Pilar por chicuelinas. Se alcanzó la faena de muleta y Rafaelillo lo esperó justo después de la raya para empezar a pasarlo en un trasteo por abajo. El animal embestía con violencia y brusquedad. Montó la muleta sobre el pitón derecho y el toro embistió siguiendo la franela, dándole continuidad, aunque sin terminar de emplearse. Le dio salida y le abrió el trazo, en muletazos cortos, pero sin armonía. Cambió al pitón izquierdo, pero se le metía por dentro, viniéndose hacia el diestro con cierta incertidumbre. Lo pasó y volvió al derecho y a punto estuvo de prenderlo. Le metió la mano con aseo.

Al segundo le llevó un tiempo entrar en el capote de Gómez del Pilar, pero el diestro lo pudo llevar, bregando aquella embestida agresiva. Brindó desde los medios a los tendidos, después se acercó al animal muy despacio para empezar a pasarlo por abajo, sometiéndolo, andándole para sacarlo del tercio, dejándose llevar. Continuó por el derecho, tocándole con suavidad, adelantándole la mano, para encauzar su embestida. No terminó de humillar en la tela, pero pasaba, moviéndose y con obediencia. Le bajó la mano, pero poco a poco se iba apagando el toro, a todo y a nada, tratando de llevarlo Gómez del Pilar. Había nobleza pero sin entrega. El diestro cambió al pitón izquierdo, parando y tratando de templar, pero se le metió por dentro, directo al pecho. Volvió a montar la muleta sobre la mano derecha para culminar su faena. Metió la mano en la suerte suprema, pero el animal tardó en doblar.

Juan de Castilla lanceó al primero de su lote recogiendo la embestida y llevándola. Se alcanzó la faena de muleta y se puso de rodillas para recibir en la franela al de José Escolar, toreando sin probaturas, mostrando cosas buenas por el pitón derecho. Continuó sobre aquel pitón, llevándolo por abajo, aprovechando que el animal humillaba y se movía, permitiendo la ligazón, siguiendo el engaño con celo y entrega. Le dio tiempo y sitio, sometiéndolo por abajo, muy asentado con el animal. Le dio el pecho y al natural empezó a llevarlo, adelantándole la mano y deslizando su embestida al trazo del pase. No tardó en recuperar el pitón derecho, pero con un toro que se iba apagando, pero que había mostrado condiciones para que el colombiano pudiera hacer su faena. El de Escolar siguió entrando a las demandas de Castilla. Mató con acierto.

Rafaelillo saludó al segundo de su lote con una larga de rodillas para después lidiar a un toro corto. Brindó al público e inició su tanteo por ambos pitones ya fuera del tercio. Corninuó por el izquierdo, marcando el trazo con la ayuda, pasándolo a base del juego de pies y altura. Al animal no le gustaba sentirse podido y en cuanto le bajó la mano perdió el interés en la tela. Continuó al natural, tocándolo arriba, pero el de José Escolar no pasaba, teniendo que arrancarle las embestidas una a una, tocándole con brusquedad en la cara. No había estética, pero si habilidad y entrega ante un toro que se le puso muy cuesta arriba.

Gómez del Pilar lo frenó y bregó sin que terminara de humillar en el percal. En el tercio de banderillas prendió a Víctor del Pozo bruscamente, pero sin aparentes consecuencias. Tomó la muleta Gómez del Pilar, tanteándolo por abajo, pasándolo por ambos pitones en aquel tanteo breve con el que lo movió y lo sacó. El de Escolar era incierto, corto y sin entrega. Al natural empezó a pasarlo uno a uno, sin encontrar la continuidad en unas embestidas que se las tenía que arrancar. Le dio sitio y mucho tiempo con un toro que le estaba poniendo la faena cuesta arriba. Lo abrió y le dio salida, siempre marcando con la ayuda, quitándoselo de encima en las salidas, que tenían aquel peligro sordo. Pasaba sin humillar ni entregarse, andando hacia Gómez del Pilar, que tuvo que tirar de oficio para darle forma a aquella faena compleja. Cambió al derecho, tocándolo con firmeza en la cara encontrando destellos en la embestida, siendo este uno de los momentos más altos de la faena. Abrió y recompuso, siempre preparado para que pudiera tomarle el engaño. Se marchó a por la espada lo pasó por manoletinas, un abaniqueo y una estocada en la que no tuvo acierto.

Juan de Castilla se fue a la puerta de chiqueros para recibir al cierraplaza a portagayola con una larga cambiada. El toro venía con cierta incertidumbre, pero terminó pasando. El colombiano se levantó y le siguió estirándose con un toro que le embistió abajo. Tomó la franela Juan de Castilla y se fue directo a por el toro, con decisión, pasando a un toro que humillaba, metiendo la cara abajo, siguiendo el engaño con fijeza. Se movía, así que sobre el pitón derecho, se la dejó puesta y le dio continuidad. Sin embargo, no le faltó exigencia y no daba margen de error. El diestro lo cambió al natural encontrando una embestida frenética y encastada, viniéndosele excesivamente rápido. Le dio tiempo y sitio, tomó distancia y volvió al pitón izquierdo, pero se le venía recto, sabiendo dónde estaba el cuerpo. Desarrolló y Juan de Castilla recuperó el pitón derecho, bajándole la mano en el tira y afloja, pero limpiando los muletazos y encontrando una regularidad en la serie. Alargó los tiempos entre tandas para después volver a exigirle por el derecho, metiendo bien la cara abajo, desplazándose, a pesar de que no tuviera un recorrido excesivamente largo. Alargó y, a pesar de la exigencia, Juan de Castilla se impuso en el toreo rectilíneo, evitando que se le quedara muy encima. La espada hizo guardia y empañó su faena.

Pamplona. Toros de José Escolar. Los animales mostraron las complicaciones propias del encaste, planteando dificultades en las faenas. Duraron poco en la muleta y una vez que se agotaban empezaba la brusquedad. Los primeros fueron ásperos, pero con nobleza. La segunda mitad del festejo fue la más deslucida. Los mejores toros de la tarde fueron el tercero y el sexto. Rafaelillo, oreja y ovación; Gómez del Pilar, ovación y silencio tras dos avisos; Juan de Castilla, oreja y ovación.

 

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