2 de octubre de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez
Arnedo ha celebrado su cuarta novillada del Zapato de Oro, en la que Juan Herrero, Alejandro Chicharro y Bruno Aloi se midieron a los ejemplares de la ganadería de Adolfo Martín. Los animales resultaron complejos, presentando muchas teclas, sin entrega ni chispa en sus embestidas. Eran inciertos y había que imponerse con poder y firmeza para llevarlos. Juan Herrero desarrolló una faena de tira y afloja con el primero, encontrando mayor acople por el derecho, pitón por el que hizo su faena, logrando meterlo en la tela y pasarlo por alto en una actuación silenciada. No había mucho que sacar al cuarto, pero había que ponerse con poder y firmeza. Herrero optó por trastearlo y pasaportarlo. Chicharro no tuvo demasiadas opciones con un segundo soso en una faena que fue a menos y fue silenciada. El quinto lo prendió bruscamente, resultando herido y teniendo que ser trasladado a la enfermería.Bruno Aloi estuvo por encima del primero de su lote, un novillo soso, pero noble que no llevaba nada dentro, realizando una faena por la que saludó una ovación. Volvió a estar muy por encima del sexto, al que desarrolló una faena con pases de mucho mérito, desarrollándola al natural.
Juan Herrero, una faena de tira y afloja que desarrolla por el derecho
Herrero saludó al abreplaza, un toro dubitativo y poco definido al que bregó en el capote. Brindó desde los medios para después iniciar la faena en el tercio, genuflexo, pasándolo por ambos pitones, despacio. Siguió al natural, sin terminar de acoplarse ante una embestida corta. El toro se volvía rápido, quedándose encima, siendo así una tanda muy atropellada y deslucida. Cambió al pitón derecho, abriendo y recogiendo, de uno en uno, metiéndolo en la tela y encontrando continuidad y pulcritud. Lo llevó a media altura, pero exigía mucha firmeza, porque si no, rápido se descomponía. Fue un tira y afloja con detalles de Juan Herrero que logró llevarlo. Volvió a intentarlo al natural con un novillo más toreado y con el que ahora sí logró completar la serie. No tardó en recuperar el pitón derecho, en una tanda de ritmo variable, pero de ganas e imposición sin llegar a tomar vuelo. Le faltó acierto en la suerte suprema.
Chicharro, una faena de más a menos con un novillo sin chispa
Chicharro saludó y bregó al segundo de la tarde, al que llevó en su capote. Se alcanzó la faena de muleta, pero antes brindó desde los medios al público. Fue a su encuentro y junto a las tablas lo pasó genuflexo, sacándole al paso, llevando la embestida. El novillo se movía y seguía la tela con celo y buen ritmo. Se quedaba algo corto. Chicharro pudo aprovecharlo para darle continuidad a las series, se la dejó puesta y tiró del animal. Tuvo que darle tiempo, incluso en las propias tandas, pues empezó a saber lo que dejaba atrás, no pasaba, quedándose a medias. Cambió al natural, pero recuperó rápidamente el pitón derecho de un novillo sin chispa, que simplemente pasaba y que cada vez se empleaba menos. Le soltó la cara en alguna que otra ocasión. Mató sin acierto.
Empeño de Bruno Aloi ante un tercero vacío de Adolfo Martín
Bruno Aloi trató de lucirse con el capote en el saludo al primero de su lote. El mexicano brindó al maestro Tomás Campuzano para después iniciar su faena. Lo hizo genuflexo, pasando un novillo parado y agarrado al piso. Trató de moverlo y seguir por el pitón derecho, de uno en uno, asegurando el muletazo, con suavidad y pulcritud. Le dio tiempo y sitio, administrando a un animal escaso que seguía la tela, pero que salía por alto. Logró llegar a los tendidos. Cambió al natural, llevándolo en largo, reestructurando, limpiando los muletazos. Le echaba los vuelos con suavidad y se los dejaba en la cara para devolverlo a la serie, llevándolo muy tapadito. Retomó el pitón derecho, haciéndolo pasar, poniéndose, estando por encima. Incluso lo volteó aquel noblón novillo de Adolfo. Falló con el acero.
Juan Herrero abrevia y pasaporta al cuarto
Juan Herrero saludó al segundo de su lote, un novillo muy agarrado al piso al que fue bregando y ganando terreno. Lo recibió en la muleta, sin demasiado acople, pasándolo por abajo, probándolo por ambos pitones, moviéndolo. Lo trasteó hasta definirse por el pitón derecho, sin terminar de acoplarse con el y decidiendo ir a por la espada. Al segundo intento le metió la mano con habilidad, pero sin acierto.
Chicharro resulta herido por el quinto de la tarde
Alejandro Chicharro recibió en su capote al quinto, un novillo que fue acortando. Tras el tercio de banderillas, Tito saludó una merecida ovación en la que se desmonteró. Chicharro brindó a Diego Urdiales, que se encontraba en el tendido de este Arnedo Arena. Se dispuso a pies juntos para después recibir genuflexo a un novillo todavía sin definir y que prendió feamente. No pudo continuar y tuvo que ser Juan Herrero quien saliera. Lo pasó, lo trasteó y lo mató.
Bruno Aloi, por encima del sexto
Bruno Aloi saludó y llevó al sexto, bregándolo y ganándole terreno, enseñándole, llevándolo muy despacio. El mexicano dispuso la montera en el estribo, en señal de respeto a su compañero. Inició la faena pasándolo por ambos pitones para después moverlo y sacarlo del tercio. En aquellos terrenos se decidió por el pitón derecho, pasando al sexto, un novillo soso al que llevó pase a pase, envolviéndoselo, estando muy torero. Cambió al pitón izquierdo, en una faena compleja en la que lo llevó en largo, aprovechando la amplitud de los vuelos. Se los adelantó y echó a la cara, acompasando aquella embestida, con la que se asentó y trató de encontrar expresión. Retomó el pitón derecho, insistiendo a un novillo que ya no pasaba, no había ni media arrancada. Mató con acierto.
Arnedo. Novillos de Adolfo Martín. Los animales resultaron complejos, presentando muchas teclas, sin entrega ni chispa en sus embestidas. Eran inciertos y había que imponerse con poder y firmeza para llevarlos. Juan Herrero, silencio tras aviso y silencio; Alejandro Chicharro, silencio tras aviso y herido; Bruno Aloi, saludos tras aviso y palmas.