
Festejo plúmbeo por el desesperante juego de una descastada y soporífera corrida de Fermín Bohórquez que tuvo en el tercero el único animal con viveza de la corrida.. El hastío de la afición llevó a esta a acordarse del hierro de la familia Conradi: «¿Dónde están los toros de La Quinta?», se llegó a gritar con cierta guasa desde uno de los tendidos
29 de abril de 2025/Pablo López Rioboo/Foto: Procuna
Mucho dio que hablar la corrida de Bohórquez desde semanas antes de lidiarse. Su entrada en la preferia por el hierro de La Quinta tenía con la mosca detrás de la oreja a más de uno, y no por los deméritos de este hierro, sino por la no inclusión de una vacada marcada en rojo por los aficionados. Conforme fueron saliendo al ruedo cada uno de los toros del hierro gaditano la desazón se fue apoderando de unos tendidos que vieron como la corrida se desinflaba de forma alarmante. Una corrida que se vino abajo por su falta de raza, un encierro que distó mucho de aquel lidiado el pasado año en esta misma plaza. Curro Díaz se libró del hule con un primero al que consintió y buscó las vueltas hasta sacarle muletazos de mérito. Al cuarto le robó un manojo de naturales de su personal concepto antes de ver como este se apagaba. Pinar pechó con un lote vacío de casta en una tarde donde Román paseó una oreja de ley por una faena de poder a poder ante un tercero que nunca quiso irse tras los vuelos. El valenciano apostó por un astado que tuvo la virtud de la prontitud y la movilidad pero que siempre embistió a oleadas. Firme y muy centrado estuvo un espada que se la jugó la cornada varias veces por un pitón izquierdo de gran complejidad. Un apéndice de los que se recordarán a final de Feria. Un triunfo a la fe y la constancia de un espada que dejó su huella en una plaza que le reconoció su inquebrantable entrega toda la tarde.
Curro Díaz porfía con un primero que nunca quiso empujar hacia adelante
Serio y enmorillado fue el primero de la tarde, un animal de Bohórquez aplaudido de salida, astado que embistió con cierto ritmo pero sin humillar en exceso al capote del linarense. Se templó Curro Díaz a la verónica dibujando este un despacioso ramillete de lances con el compás abierto. Se dejó pegar el de Bohórquez antes de entrar en su turno de quites el albaceteño Rubén Pinar. Como ya había cantado en el recibo capotero el astado tendió a embestir en línea por el pitón izquierdo, siendo el derecho aquel por el que se abría más y la tomaba con mayor ritmo pese a faltarle finales. Inteligentemente se lo sacó al tercio para dibujar una tanda donde buscó imponerse a un animal mirón y al que había que llevar siempre empapado de muleta. Porfió el jiennense hasta sacarle naturales sueltos de gran mérito antes de levantarle los pies del suelo en un percance del que pareció no llevar cornada pese a tenerlo unos segundos enganchado del pitón. No se miró el espada volviendo este a la cara del toro antes de dejar una estocada que le valió la sincera ovación de la Maestranza.
Ovacionado Pinar ante el marmolillo segundo
También salió suelto el segundo de la tarde, astado castaño que no dejó soltarse de capa a Rubén Pinar. El de Bohórquez, mentiroso en el jaco, se dejó pegar antes de sairse suelto cuando veía salida. Apretó el astado en el breve quite de Román, torero que se dejó llegar al animal en unas gaoneras con mayor intención que lucimiento. Se refugió en tablas esperando una enormidad y obligando a los banderilleros a llegarle prácticamente a la cara. Ya en la muleta Pinar porfió por intentar meter en el canasto al desrazado astado, toro que acometió de forma insulsa y anodina tras la pañosa. «¿Dónde está La Quinta?», se escuchó desde los tendidos de sol. Si por el derecho embistió al paso y sin humillar, por el izquierdo no tuvo ni medio pase, quedándose este debajo cuando pasaba por la jurisdicción del torero. De forma acertada Pinar se fue a por la espada. Lo mejor, la estocada, y la ovación del respetable.
Román no se achica y le pasea una oreja de ley al complicado tercero
Más fino de cabos fue el tercero, astado berreón que tampoco se dejó torear de capa. Pese a esa tendencia a embestir a media altura y sin emplearse en el percal, este metió la cara con franqueza en el peto en los dos puyazos que tomó desde la media distancia pese a un puyazo trasero de muy fea colocación. Acertó el valenciano a sacarlo de su querencia y darle distancia viendo que el astado tenía prontitud y alegría en la muleta. Se quedó en el sitio para aguantar la desigual embestida de un toro que mantuvo la chispa pero que no acabó de deslizarse en los trastos. Firme y asentado estuvo un espada que nunca le quitó la muleta de la cara tirando de él pese a venir arrollando. Un toro que fue uno con inercias y otro sin ellas. Por el izquierdo también tendió a salir con la cara por las nubes, pero el valenciano no dio un paso atrás y aguantó las tarascadas del geniudo ejemplar. Mostró Román su capacidad pese a vérsele cogido en multitud de ocasiones debido a su desmedida entrega y una fe en si mismo. Fue una pelea de poder a poder entre toro y torero, un trasteo donde la incertidumbre reinaba en el ambiente al poder llegar la voltereta en cualquier momento. Se agigantó el valenciano ante un toro que siempre quiso quitarle el corbatín a zurdas, astado pesador en los trastos, de esos que pone a prueba a un torero. Las bernardinas con las que finalizó su obra pusieron con el corazón en un puño a la plaza por lo ceñida y temerarias de las mismas. Un ¡Ay! constante por miedo al percance, porque aquí no hiere la bala sino la velocidad de la misma. No quería que se le fuese el triunfo de ahí que se atacara de toro en la estocada, obligando a tomar el verduguillo. La oreja fue de ley, de esas que se valoran al final de la Feria. Un triunfo a carta cabal de un torero que mostró una disposición absoluta para ganarse el respeto de Sevilla
Curro Díaz dibuja un ramillete de naturales de fino estilista ante un cuarto sin vida
En cuarto lugar salió un astado de Bohórquez medido de fortaleza y poco humillador, un toro largo de viga y acapachado de cuerna con el que Curro Díaz únicamente pudo esbozar un par de verónicas de su personal concepto. Sin ser mala su pelea en el caballo le faltó mayor pujanza a un cuatreño que acabaría empujando de costando y saliéndose sueltecito tras la segunda vara. Buscó el linarense torearlo a favor de obra, intentando no apretarlo en el inicio de su labor. Todo lo hizo despacio, sin prisas, pese a ser consciente que el animal no la iba a tomar con calidad. Dibujó naturales con la cintura partida y el mentón en el pecho, muletazos donde dejó volar la pañosa ante un toro al que había que llegarle una enormidad. Bien es cierto que su trasteo careció de rotundidad por la condición del animal, pero tampoco es óbice decir que cinceló un manojo de naturales de fino estilista pese a las complejidades del astado. El de Bohórquez acusó su poco poder y feo estilo, quedándose este a mitad del muletazo. Porfió Curro en un trasteo donde no pudo pulir los defectos de un toro que acabó muy agarrado al piso. Dejó una estocada algo tendida saludando nuevamente una ovación desde el tercio.
Ovacionado Pinar con otro toro quinto que llegó sin vida a la muleta
Más lavadito de cara y altón fue el que hizo quinto, animal que salió suelto y sin intención de repetir en el capote de su lidiador. Inédito quedó el albaceteño con el percal ante ejemplar que se movió sin celo alguno y con la cara a media altura. Tampoco hubo lucimiento en el quite de Román antes de llegar a un tercio de banderillas donde siempre se llevó al toro a su aire intentando molestarlo lo menos posible. No dio opciones este ejemplar en la muleta de un Pinar que porfió sin lucimiento en un trasteo a media altura y en línea recta. Una labor insulsa que no levantó del tedio a una plaza que andaba ya resignada ante la falta de raza y emoción de los toros de Bohórquez. Tras enterrar el acero el albaceteño fue nuevamente ovacionado como reconocimiento a su porfía.
Román pecha con un sexto sin nada dentro
Se fue a la puerta de chiqueros Román a recibir al último astado de la tarde, un toro algo agalgado y despegado del suelo que se movió con algo más de chispa que sus hermanos pero evidenciando que tampoco iba a estar sobrado de raza. Su pelea en el caballo tampoco demostró nada que reseñar, saliendo este suelto hacia los terrenos de sol entes de ser cortado por uno de los miembros de la cuadrilla de Román. Le intentó buscar las vueltas el valenciano dejándole la muleta en la cara e intentando que este viniera cosido a la pañosa con su propia inercia, pero el astado de Bohórquez no se empleó nunca al embestir siempre a desgana y con la cara a media altura. Por el lado izquierdo tampoco quiso deslizarse pese a la predisposición y el buen hacer de su matador. Se puso en el sitio el espada levantino, aguantando este miradas y algunos cambios de ritmo dentro de una labor sorda ante un ejemplar que no cantó algunas de sus complicaciones. Se atascó con la espada siendo finalmente silenciado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Cuarta de abono. Corrida de toros. Media entrada.
Toros de Fermín Bohórquez. Muy desiguales de presentación y hechuras. De embestida pasadora un parado primero que nunca quiso irse tras loe vuelos; muy agarrado al piso el desrazado segundo; con movilidad y temperamento un tercero que embistió con genio y cierta violencia; exento de calidad y clase un cuarto de poca vida; sin raza ni empuje un quinto que llegó sin vida a la muleta; sin raza ni ritmo el deslucido sexto.
Curro Díaz, de verde oliva y oro: ovación en ambos.
Rubén Pinar, de grana y oro: ovación en ambos.
Román, de azul rey y oro: oreja y silencio.