La exigencia de la casta y una terna a la altura de la corrida

Perera y Anárquico, de Santiago Domecq, fueron los protagonistas de la tarde en la Real Maestranza; el extremeño pinchó una faena de profundidad a un toro de vuelta al ruedo. Escribano se entregó con su lote y el acero también condicionó una tarde de dominio y poder de Borja Jiménez.

6 de mayo de 2025/Pablo López Rioboo/Foto: Arjona

La corrida de Santiago Domecq de esta tarde en Sevilla resultó bien presentada y de juego variado, destacando un toro sobresaliente, el segundo de la tarde, de nombre “Anárquico”, que fue premiado con la vuelta al ruedo tras una gran faena de Miguel Ángel Perera. Junto a él, otros tres astados —el primero, el tercero y el sexto— también ofrecieron buen fondo de bravura y casta, aunque con un nivel de exigencia notable que puso a prueba a sus respectivos lidiadores, que estuvieron a la altura. En contraste, el cuarto y el quinto resultaron más deslucidos, sin opciones claras.

Manuel Escribano fue silenciado en sus dos actuaciones, aunque dejó una imagen sólida y con momentos destacados, especialmente en la lidia del primero, un toro con mucha transmisión en los tercios iniciales que acabó apagándose en la muleta. El gran momento de la tarde lo firmó Miguel Ángel Perera, que cuajó una faena poderosa, templada y de enorme mérito al segundo del encierro, un animal encastado que fue a más gracias al trato exigente y técnico del diestro extremeño. Por su parte, Borja Jiménez mostró solvencia y firmeza ante un lote que ofrecía matices. El tercero fue a menos, y el sexto, de comportamiento muy exigente, le permitió dejar pasajes de mérito y buena expresión. Quedó patente su actitud y capacidad.

La espada lastra una entonada faena de Escribano al bravo primero, que se apagó en la mitad de faena tras su entrega en los primeros tercios

El primero de la tarde atendía por “Duquesito”, número 25, de la ganadería de Santiago Domecq, un toro serio y bien hecho que tuvo un comportamiento destacado en los primeros tercios. Lo recibió Manuel Escribano a portagayola con un susto incluido, pues el astado se le quedó en la espalda y luego hizo hilo hasta las tablas. Mostró el de Santigo Domecq buena condición, arrancándose de largo y empujando con verdad en el caballo, donde dejó dos puyazos de categoría a cargo de Juan Francisco Peña. En quites, Perera se lució con unas chicuelinas ajustadas, y Escribano firmó un tercio de banderillas vibrante, especialmente en el último par, ejecutado al quiebro y muy celebrado por el público. La faena de muleta arrancó con varios pases cambiados por la espalda en el centro del ruedo, a los que siguieron tandas por la derecha de notable profundidad, ligazón y temple. El toro, exigente y con mucha seriedad, mantuvo el interés aunque acusó el esfuerzo en la segunda mitad del trasteo. Tras un pinchazo y una estocada entera, el de Gerena escuchó silencio, mientras que el toro fue ovacionado en el arrastre por su entrega, movilidad y bravura.

El descabello y la tardanza caer del segundo deja en ovación una profunda obra de Perera a otro importante toro, de vuelta al ruedo

El segundo de la tarde respondía al nombre de “Anárquico”, número 116, un toro colorado de Santiago Domecq, que fue ganando en exigencia conforme avanzaba la lidia. Desde el inicio, dejó entrever querencias marcadas hacia los adentros en el segundo tercio, donde Daniel Duarte se encargó de una lidia pulcra y muy eficaz, cuidando al toro con criterio. Con la muleta, Miguel Ángel Perera optó por la quietud absoluta en el prólogo de faena, con pases por alto en los que el toro le pasó rozando los muslos. A partir de ahí, el extremeño impuso su mando y poder, logrando que el astado rompiera hacia delante con entrega, acometiendo con codicia y nobleza. Fue entonces cuando brotaron las tandas más rotundas: muletazos largos, profundos, rematados por abajo, siempre bajándole la mano, exigiendo al máximo a un toro que respondió creciendo en intensidad. El de Domecq, encastado y con fondo, terminó entregado en una faena completa por ambos pitones, con un Perera dominador que supo sacar lo mejor del animal. El tramo final de faena fue un auténtico arrimón, con los pitones rozando la taleguilla, y la plaza en pie, vibrando con el pulso del toreo serio. Remató con doblones por bajo antes de dejar un estoconazo, aunque necesitó de varios descabellos. Ovación con saludos para el torero tras dos avisos, y vuelta al ruedo en el arrastre para “Anárquico”, de 558 kilos, premiando su buen fondo y comportamiento encastado.

Borja Jiménez sella una obra de dominio y naturales a ralentí al noble tercero, que se vino a menos

El tercero del encierro se llamaba “Zahareño”, número 9, otro ejemplar de Santiago Domecq que salió al ruedo con viveza y buenas maneras. Desde el recibo con el capote, Borja Jiménez se topó con un toro que repitió con celo y humillación, demostrando también su casta en el caballo, donde empujó con bravura durante el tercio de varas. Con la muleta, el torero de Espartinas planteó una faena de dominio desde el inicio, imponiéndose con autoridad en las primeras tandas. El toro pedía distancia, y Borja supo perderle pasos con inteligencia para mantener el ritmo. Sin embargo, el de Domecq fue a menos a partir del tercer pasaje, por lo que el sevillano optó por torearlo al natural, de uno en uno, con mucho temple. Algunos muletazos llegaron a salir al ralentí, destacando el pulso de muñeca y la suavidad con la que echó los vuelos al hocico del toro para llevarlo muy tapado y empapado en la muleta. La faena, aunque limpia y con momentos de calidad, no pudo redondearse por la falta de fondo del astado. Borja dejó un pinchazo, media estocada y necesitó de dos golpes de verduguillo. Silencio tras aviso para el torero de Espartinas.

Silenciado Escribano con el apagado cuarto

El cuarto del festejo fue “Manipulado”, número 75, un toro de Santiago Domecq que, pese a su nobleza, no alcanzó el empuje ni la chispa de sus hermanos anteriores. Se desplazó con clase pero sin terminar de romper, lo que condicionó la faena de Manuel Escribano, que firmó un destacado tercio de banderillas, sobresaliendo un tercer par por los adentros que tuvo mucho mérito y riesgo. Con la muleta, el de Gerena planteó una labor templada, de oficio, sabiendo sacar lo poco que ofrecía el toro. El animal tenía ritmo y buen son, pero fue falto de transmisión y algo soso en sus embestidas. Lo más lucido de la faena llegó al natural, con varias tandas por el izquierdo bien llevadas, ligadas y suaves. Tras un pinchazo y una buena estocada, Escribano fue silenciado por el público.

Perera somete a un quinto de embestida desordenada y muy irregular

El quinto de la tarde se llamó “Celestino”, número 12, otro ejemplar de la casa Santiago Domecq, que mostró menos humillación que sus predecesores y un recorrido más limitado en sus embestidas. En el tercio de banderillas, el astado se mostró tardo y con muchas dudas, esperando y sin terminar de entregarse. El toro, de condición más descastada y deslucida, exigió a Miguel Ángel Perera tirar de recursos. El extremeño sacó a relucir su experiencia, técnica y paciencia para tratar de encauzar una embestida desordenada y muy irregular. El de Domecq alternaba alguna arrancada buena con otras más cortas, sin entrega, y muchas veces metiéndose por dentro. Perera lo intentó por ambos pitones, tratando de estructurar faena, pero el lucimiento fue imposible ante un toro tan informal y falto de transmisión. Dejó estocada en buen sitio.

Borja Jiménez, naturales de calado y gran toreo capotero ante un sexto de movilidad sin entrega

A la puerta de chiqueros se fue Borja Jiménez en el sexto, al que luego dejó verónicas y chicuelinas de calado arriba. Y por chicuelinas quitó tras las dos varas, la segunda desde lejos. Toro que manseaba y era descompuesto en su embestida. Comenzó la faena de rodillas Borja Jiménez, y sometiéndolo por naturales de mano baja. Movilidad sin entrega del animal, con el que acabó al hilo de tablas. Final en cercanías y pinchazo previo a la estocada.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Undécima de abono. Corrida de toros. Lleno.

Toros de Santiago Domecq.

Manuel Escribano, de verde oliva y azabache: silencio en ambos.

Miguel Ángel Perera, de grana y oro: ovación tras dos avisos y silencio


 

Top