Morante, Manzanares y Ortega, una exaltación al ARTE de triple Puerta Grande con una extraordinaria corrida de Núñez del Cuvillo en Aranjuez (Fotos y Video)

1 de junio de 2025/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez/Circuitos taurinos

La plaza de toros de Aranjuez ha celebrado su tradicional corrida de San Fernando, en la que los diestros Morante de la Puebla, José María Manzanares y Juan Ortega se midieron a los ejemplares de la ganadería de Núñez del Cuvillo. Los animales tuvieron clase, dando una dimensión a la tarde que la hizo extraordinaria. Embistieron, siguieron con celo y fijeza el engaño, permitiendo que se desarrollaran faenas armónicas en las que sobró arte. Morante desarrolló una primera faena a la natural repleta de arte e inspiración con la que cautivó a los tendidos de Aranjuez y que rubricó con todo un estoconazo que le valió una oreja. La faena de Morante al cuarto no dejó a nadie indiferente, siendo una auténtica obra de Arte añeja en un marco incomparable que remató con un estoconazo. Manzanares se encontró un segundo con alegría y celo en su embestida, desarrollando una faena sobre el pitón derecho con emoción. Le cuajó una tanda por el derecho a un gran quinto que siguió el engaño con clase, fijeza y entrega, repitiendo abajo. Ortega deslució con el acero una extraordinaria faena a un gran ejemplar de Núñez del Cuvillo. Derrochó clase, torería y mucho gusto en aquel toreo encajado en el que cargó la suelte e hizo las delicias de los aficionados. Cuajó su faena al sexto con un toreo a cámara lenta de gusto, clase, pureza y mucho arte.

Morante de la Puebla corta la primera oreja de la tarde

Morante inició la faena sentado en el estribo, pasándolo por ambos pitones, sin a penas moverse, levantándose después para seguir con uno adornos que derrochaban arte y torería morantista. Continuó con un toreo al natural con el que se lo envolvió. Aquella faena supo a gloria a los aficionados que, prácticamente, llenaban los tendidos. Sin embargo, también lo mostró por el derecho, a pesar de que decidiera desarrollar su faena al natural. Cuando retomó el derecho poco quedaban de aquellas embestidas iniciales, quedándose corto y costándole mucho atender a los cites, tampoco le sobraban las fuerzas. Mató con todo un estoconazo en lo alto.

Manzanares corta una oreja al segundo, un buen toro de Núñez del Cuvillo

Manzanares saludó a un bonito ensabanado. Inició la faena con suavidad y temple, primero por abajo, para después pasarlo con cadencia y despaciosidad por la cintura. El animal seguía el engaño con fijeza y prontitud. El alicantino mientras tanto se decidió por el pitón derecho, con tandas ligadas y todas de ritmo, viéndose interrumpidas porque el de Núñez del Cuvillo lo desarmó. Quiso insistir sobre aquel pitón derecho, llevándolo en largo, conectando con los tendidos, aunque sin acoplarse ni lucirse en las salidas de cada muletazo. Cambió al toreo al natural, dejando una tanda con la que dio de nuevo paso al pitón derecho, por donde, desarrolló la mayor parte de su faena. Mantuvo en los medios a un ejemplar con alegría en su embestida y que le permitió la expresión. Mató con acierto.

Su fallo con el acero no le impidió cortar una oreja

Juan Ortega enceló al tercero de la tarde y primero de la tarde en su capote a base de verónicas, las cuales desarrolló en los medios. Cargó la suerte después de la salida del toro del caballo, cautivando al respetable. El sevillano derrochaba gusto y clase en cada pase un muletazo por abajo genuflexo. Le dio tiempo y sitio, para después citarlo en paso largo y aprovechar la inercia para acortar las distancias y envolvérselo, ayudándolo también en las salidas, pero siempre llevándolo metido. Siguió con una torería a pies juntos, cadencia, pasándolo a cámara lenta. También lo mostró al natural en una tanda suave y de mucha delicadeza. La faena estaba hecha, no le había faltado nada, habiendo un acople total entre toro y torero. Ortega exprimió la gran condición del de Núñez del Cuvillo, que se entregó con clase y celo, siguiendo las demandas del diestro. Falló con el acero.

Dos rotundas orejas para Morante ante un gran quinto

Un inspirado Morante de la Puebla deleitó en su saludo capotero, haciendo un auténtica apología, estirándose con gusto y delicadeza con el cuarto. Saludaron José María Amores y Curro Javier una ovación por su labor en banderillas. Inició la faena el sevillano con la muleta plegada y la montera puesta. Lo pasó por ambos pitones con un comienzo añejo en el marcó incomparable de la bicentenaria plaza de Aranjuez. Siguió al natural, a pies juntos, con cadencia y despaciosidad. Sin embargo, no tardó en montar la muleta y empezar a llevarlo con la derecha, envolviéndoselo en una tanda en la que se aunaba principio y final de cada muletazo. Encajado y muy asentado en el firme hizo una auténtica obra de ARTE escrita en mayúsculas. El de Núñez siguió con fijeza y ritmo el engaño, con uniformidad, siendo mucho más sutil por el derecho. Intentó incluso ponerle la montera sobre uno de los pitones de aquel toro noble y entregado. Culminó con todo un estoconazo a recibir.

Oreja a la faena de Manzanares con un gran quinto

Se estiró y lució Manzanares con el capote después de bregar al quinto. Se alcanzó la faena de muleta y el diestro decidió iniciarla con un tanteo por abajo con el que le fue ganando terreno. En los medios siguió sobre el pitón derecho, dándole las salidas por alto, desluciendo el trazo. Insistió por aquel pitón, logrando a la tercera una tanda bien llevada y redondeada de acople en la que le bajó la mano y la corrió, llevando toreado la embestida. Cambió al natural, pero rápidamente recuperó el pitón derecho exprimiendo a un gran ejemplar de Núñez del Cuvillo que repetía abajo con celo, con clase y fijeza, solo había que dejársela puesta y tirar de el. Falló con el acero.

Juan Ortega cuaja al sexto y corta dos orejas y el rabo

Saludó Juan Ortega al sexto, de quien se apoderó el arte y la torería, cargando la suerte en un recibo que emocionó. Brindó al maestro Julián López «El Juli». Después comenzó la faena por abajo, genuflexo, con temple y despaciosidad. Se dispuso sobre el pitón derecho, muy despacio, aguantando que el animal se le parase. Dosificó mucho la embestida, dándole tiempo y sitio, con algún que otro pase por alto antes de volver a someterlo por abajo, cuajando una tanda de una verdad, estética y torería pura. Fue tan lenta y hubo tanta armonía que parecía estar toreando a cámara lenta a aquel toro totalmente entregado, que sólo pedía tela, esperando con la cara fija en el engaño a que lo tocara para seguirla. Se le paraba, pero el sevillano aguantó, culminando su faena con ayudados por alto y un estoconazo.

Ficha del festejo:

Aranjuez. Toros de Núñez del Cuvillo. Los animales tuvieron clase, dando una dimensión a la tarde que la hizo extraordinaria. Embistieron, siguieron con celo y fijeza el engaño, permitiendo que se desarrollaran faenas armónicas en las que sobró arte. Morante de la Puebla, oreja y dos orejas; José María Manzanares, oreja y oreja; Juan Ortega, oreja y dos orejas y rabo.


 

 

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