Morante de la Puebla y Marco Pérez abren la Puerta Grande a base de pureza y torería en Salamanca

14 de junio de 2025/Patricia Prudencio/Foto: Emilio Méndez

Salamanca ha celebrado una corrida de toros en la que los matadores de toros Morante de la Puebla y Marco Pérez se midieron a los ejemplares de la ganadería de Puerto de San Lorenzo (1° y 4°), Garcigrande (2° y 5°) y Hnos. García Jiménez (3° y 6°). Los animales fueron variados en comportamiento y entrega, presentando también complicaciones en las respectivas faenas. Sin embargo, hay que destacar muy por encima del resto el quinto de Garcigrande, premiado con la vuelta al ruedo. Morante encontró un toro manso pero que siguió el engaño, teniendo que desarrollar la faena metido en tablas, derrochando gusto y torería en cada pase, los cuales fueron, mayoritariamente por el derecho. Con su segundo abrevió ante los pitos de un respetable satisfecho pero no contento con aquella decisión. La faena de Morante ante el quinto resultó incalificable, de otra época y de otro mundo, derrochando una pureza como pocos pueden, recibiéndolo de rodillas con el capote y la muleta dejaba muy claras sus intenciones. Remató una gran faena ante un gran toro con un estocadón que bien le valió las dos orejas y el rabo. Marco buscó las teclas ante el primero, un toro de escasa clase y entrega, con el que se impuso, desarrollando una buena faena sin acero. Tras encontrar la rotundidad en una faena repleta de poder y entrega ante el segundo por parte de Marco Pérez, los aceros empañaron su labor. Fue ante el sexto, de nuevo otra faena rotunda en la que hubo mucha verdad y pureza, toreando sin ayuda y metiéndose en las distancias cortas con un toro que se paraba. Marco aguantó, tragó y después de fallar con el acero logró cortar las dos orejas.

Morante, ovación con el primero de la tarde

Morante se estiró a la verónica, con clase, gusto y una torería que quedó en el recuerdo. Se alcanzó la faena de muleta, la cual inició agarrado a las tablas, con un toro que pasó pero al que tuvo que buscar para darle continuidad a aquel inicio en el que también se dispuso genuflexo. Le ató en corto logrando que no saliera suelto, ganándole terreno y llevándoselo al tercio. Morante se dispuso sobre el pitón derecho, bajándole la mano, llevándolo muy tapado y metido. Lo tuvo que torear prácticamente metido en tablas, un toro manso que cantó desde el inicio. Sin embargo, aquello pareció no importarle al sevillano, que fue el eje sobre el que girar, envolviéndoselo con gusto. Cambió al toreo al natural, siendo algo más deslucido, pero manteniendo el desmayo y torería de un Morante calmado que derrochaba temple y pellizco. Adornos y molinetes para culminar una faena de detalles ante un toro que no era, precisamente, para el lucimiento. Ya sólo había medias arrancadas en aquella embestida que seguía el engaño, pero con falta de orden. Unos pases a pies juntos para dar paso a varios pinchazos. 

Palmas para Marco ante un segundo sin clase ni entrega 

Marco saludó al primero de su lote con variedad y lucimiento desde los  medios, tratando de estirarse con el después de haberle ganado terreno.  Se alcanzó la faena de muleta y el salmantino la inició con unos pases  cambiados por la espalda desde los medios, encontrando en la inercia la  repetición y continuidad del inicio. Siguió sobre el derecho, con un toro de  ciertas asperezas que soltaba la cara. Cambio al natural, pero fue  meramente anecdótica la tanda sobre el izquierdo. Recupero rápidamente  la mano derecha para llevarlo por abajo, tratando de suavizar asperezas y  meterlo en el engaño. Deslució aquella embestida irregular y de escasa  clase. Falló con el acero. 

Morante, sin demasiadas opciones, decide abreviar y matar al tercero

Morante saludó al segundo de la tarde, un toro suelto y ajeno a las demandas de Morante con el capote.  Sin embargo, no se pudo lucir hasta después de que pasara por el caballo. Morante volvió a iniciar la faena junto a las tablas, por ayudados por alto, despacio, con suavidad, bajándole la mano con cadencia. Dando pausas en aquel inicio repleto de matices y adornos con los que emocionó los tendidos.  Lo llevó hasta el tercio, para después seguir sobre el pitón izquierdo, en largo y ayudándolo en las salidas. Tocaba la banda, pero aquel era un toro incómodo, pegajoso y Morante lo agradeció, pero pidió que parase. Siguió por el izquierdo ante aquella embestida desordenada con la que no hubo acople ni expresión. Abrevió y lo pasaportó ante los pitos del público. 

Marco desluce con el acero una faena de poder ante el cuarto

Marco no se pudo estirar con su capote en el saludo capotero al cuarto, un  toro áspero de salida y de escaso lucimiento. Empezó la faena doblándose  con él, genuflexo sacándolo del tercio para después seguir sobre Le derecho.  La tanda fue buena y encontró acople con aquel complejo toro con el que  marcó también pidió que parase la música. Cambio al natural, mostrándosela y adelantando el engaño a la cara para meterlo en el trazo. Aunque  volvió al derecho, no tardo en recuperar aquel pitón izquierdo, atacándolo  en una tanda de mucha raza y entrega en la que lo llevó hasta el final a  base de imposición y firmeza. Tiro de las embestidas hacia adelante, en  una de las series más contundentes, que se produjo con la mano derecha,  una poderosa mano derecha, con la que Le cuajó varios muletazos de  mucho calado en los tendidos. Había cuajado su faena, había completado una actuación rotunda que deslució con los aceros. 

Morante corta las dos orejas y el rabo al quinto

Un Morante fuera de sí saludó al quinto, recibiéndolo de rodillas al hilo de las tablas. Se estiró en una nueva apología capotera que hizo que la plaza se entregara ante semejante obra. Inició la faena Morante de rodillas, jugándosela, junto a las tablas, sabiendo que el animal ahí apretaría. Aquello no le importó, apuró hasta levantarse con un molinete. Siguió con un toreo a pies juntos hizo de la plaza un auténtico manicomio le dio tiempo y sitio, esperándolo, muy despacio, con una suavidad exquisita. Le echó los vuelos a la cara con aquel toreo al natural propio de una Tauromaquia añeja en el que con quietud y el simple movimiento de brazo hacía algo tan grande. Buscó, sobre el pitón derecho que se le arrancara en largo, para después lograr aprovechar la inercia y envolvérselo en una serie que no tuvo fin. El animal humillaba, siguiendo con fijeza y nobleza el engaño, en unas embestidas en las colocó la cara con cierta clase. 

Marco Pérez corta las dos orejas al sexto

Recibió Marco al sexto de rodillas junto a las tablas, siendo esta toda una declaración de intenciones en el inicio de un recibo variado y muy completo con el que se estiró y lució. Brindó al público y se dispuso de rodillas en los medios para iniciar su faena, encontrando una respuesta pronta de su adversario, pudiendo aprovechar la inercia para ligarlo. Siguió sobre el derecho, bajándole la mano, aguantando y tirando de aquella embestida a la que dio largura con un trazo profundo y encajado llevándolo, encontrando la continuidad. Sin embargo, el toro se fue apagando poco a poco y aunque era noble, Marco se metió entre pitones, toreando con mucha verdad, pureza y naturalidad ante aquellos parones con los que tragó ante su ejemplar, pero cautivó a los tendidos. Se abandonó en aquel toreo cadencioso de buen gusto. Fue el acero lo único que empañó su labor.

Ficha del Festejo:

Salamanca. Toros de Garcigrande, Puerto de San Lorenzo y García Jiménez para Morante de la Puebla, ovación, silencio y dos orejas y rabo; Marco Pérez, palmas, silencio y dos orejas.

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