
3 de septiembre de 2025/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez/Circuitos Taurinos
Colmenar Viejo ha celebrado su quinto festejo de la Feria de Virgen de Los Remediosz una novillada sin picadores en la que Rodrigo Cobo, Juan Pablo Ibarra y Marco Peláez se midieron a los erales de la ganadería de El Álamo. Los animales fueron variados en comportamiento, aunque con teclas. Rodrigo Cobo faena de tira y afloja sin acople en la que puso voluntad y ganas. Ante el segundo encontró cierta armonía en la media altura al natural que fue reconocida en el tendido. Juan Pablo Ibarra desarrolló una faena de teclas ante el segundo, encontrando el acople y la expresión en el toreo al natural. Derrochó firmeza y entrega desmedida ante el quinto, un complejo y manso novillo que no le puso las cosas nada sencillas. Peláez hizo una faena de clase y firmeza ante un tercero algo bronco. De nuevo volvió a entregarse ante el sexto, cortándole una oreja de mucho peso con fuerte petición de la segunda.
Rodrigo Cobo, ganas y voluntad ante el primero
Rodrigo Cobo frenó al primero en su capote, le costó encelarlo, pero logró meterlo y estirarse con el despacio, ganándole terreno. Inició su labor por abajo, doblándose con él, pasándolo por ambos pitones. Siguió sobre el derecho, tratando de envolvérselo abajo, uno a uno, sin lograr darle continuidad. Cambió al izquierdo, encajándose con el para bajarle el engaño, desarrollando algunas tandas más al natural, queriendo cruzarse para echarle los vuelos a la cara y tirar con suavidad. Cambió al derecho, logrando una tanda de cierto ritmo y acople.
Juan Pablo Ibarra corta la primera oreja de la tarde
Saludó Juan Pablo Ibarra a un áspero segundo con el que se impuso y trató de estirarse. Unas asperezas que también probó Peláez en su quite. Inició si faena con un cambiado por la espalda desde los medios. Continuó sobre el pitón derecho en una primera tanda de acople. Sin embargo, rápidamente se encontró con un buen pitón izquierdo, sobre el que dejó unos naturales dotados de sabor y nombre propio. Hubo profundidad y firmeza. A pesar de ello, recuperó el pitón derecho, con una serie breve pero intensa que sirvió para volver al toreo al natural. Poco a poco, sus embestidas se volvieron broncas y defensivas, saliendo con violencia. Sin embargo, el mexicano apostó por el novillo, bajándole la mano y llevándolo con firmeza. Mató con acierto.
Marco Peláez, entrega y clase ante un complejo tercero
Peláez se encontró un tercero áspero en su capote, que soltaba la cara arriba y no le permitió el lucimiento. Inició la faena de muleta por estatuarios junto a las tablas para después sacarlo y seguir sobre el derecho. Continuó con la mano derecha, uno a uno, cruzándose para después buscarlo a pitón contrario. Trató de buscar el acople con un novillo de teclas. Tomó la muleta con la izquierda, iniciando la serie a pies junto para después, entre pausas, llevarlo en el uno a uno, asegurando el pase, manteniendo la clase y la verticalidad. Sin embargo, cada vez le costaba más atender a los cites, teniendo que insistirle el mexicano, aunque sin deslucir. A pesar de sus intentos, no logró llegar con fuerza a los tendidos. Culminó a pies juntos y una estocada en la que se tiró con el alma, pero fue suficiente te para que el animal doblara.
Rodrigo Cobo falla con el acero ante el cuarto
Rodrigo Cobo saludó al cuarto para que después llegara un gran quite por chicuelinas muy ajustadas de Juan Pablo Ibarra. Inició su faena de muleta por abajo, genuflexo, pasándolo por ambos pitones. Se decidió por el derecho de un novillo justo que se movió a base de arreones y al que tuvo que cuidar. A media altura y al natural logrando una tanda reconocida por el respetable. Lo llevó con los vuelos, dándole amplitud y largura al trazo. Sin alejarse demasiado de tablas desarrolló una faena que empañó con los aceros.
Firmeza y entrega absoluta de Juan Pablo Ibarra ante el complejo quinto
Juan Pablo Ibarra saludó de rodillas al segundo de su lote, un novillo suelto y distraído que no le permitió la expresión. Se alcanzó la faena de muleta y el animal seguía saliendo suelto, así que el mexicano buscó los terrenos para meterlo por abajo, genuflexo. Tiró del animal y se lo llevó a los medios, decidiéndose por el pitón izquierdo. Cambió al derecho, pasándolo de uno en uno, tratando de limpiar y depurar los defectos de su embestida. El animal era bronco, pero la firmeza se volvió a imponer, logrando llevarlo al natural e incluso por el derecho. Le adelantó el engaño y trató de que no lo tocara y se descompusiera. Se la jugó, el novillo no fue nada fácil, exigía y media. Se lo llegó a envolver, tratando de templar aquellas embestidas frenéticas en las que arrasaba. Decidió recuperar el pitón izquierdo, pero el novillo no pasaba, salía suelto y cuando trataba de meterlo en el engaño se le iba directo al pecho. Se con psicólogo la suerte suprema y el mexicano optó por matarlo dándole distancia.
Marco Peláez corta una oreja de peso al sexto
Marco Peláez se fue a por todas a la puerta de chiqueros para saludar con un farol de rodillas a portagayola al sexto. Siguió a base de faroles, pasando momento de mucho peligro, arriesgando, ciñéndoselo. Inició la faena de muleta doblándose con el, exigiéndole por abajo junto a las tablas para después seguir sobre el derecho cerca de los medios. Le tocó y aguantó los parones de un novillo al que le costaba humillar y seguir el engaño con ritmo. Hubo muchas pausas entre pases, por lo que el mexicano aprovechó para cruzarse y volver a tocarlo en el sitio y así adentrarlo en los vuelos. Retomó el pitón derecho, uno a uno, ayudándolo en las salidas. Buscó la emoción que no daba el sexto con algún que otro pase cambiado por la espalda. Culminó con todo un estoconazo que no fue suficiente y tuvo que volver a entrar a matar.
Ficha del festejo:
Colmenar Viejo. Erales de El Álamo. Los animales fueron variados en comportamiento, aunque con teclas. Rodrigo Cobo, ovación tras aviso y silencio tras aviso; Juan Pablo Ibarra, oreja y saludos; Marco Peláez, palmas y oreja.