La ventaja de tener 40

Domingo López Chaves emerge sobre una mala corrida de Cuadri con la que ni Rafaelillo ni Octavio Chacón pasaron de escuchar silencios

13 de junio de 2019/Marco A. Hierro / Foto: Luis Sánchez Olmedo

En una vida de aprendizaje, si de verdad has vivido, te das cuenta de dos cosas: de lo estúpido que eras cuando creías saberlo todo y de que comienzas a disfrutarlo todo de verdad cuando comprendes que no sabes nada. Y esa es la ventaja de tener 40. Hoy demostró López Chaves que tener 40 tiene, además, otras muchas ventajas. Y eso tuve hoy el honor y el gusto de explicárselo a un chaval de 17 que cumplía su segunda vez en los toros y salió con afición para volver al menos hasta los 40. Y seguirá viniendo con su padre.

La ventaja de tener 40 es que ya no hace falta que nadie te diga que le pegues bocados a la vida porque no sabes cuánto va a durar. Es que la madurez, cuando te ha pillado trabajando, te aporta la serenidad y el sosiego que alcanza el sabio cuando ya no quiere saber más que nadie: sólo quiere saber. Y ese es el Domingo López Chaves que se presentó en Las Ventas hoy, con una corrida de Cuadri que no fue buena, ni tuvo casta, ni derrochó bravura ni derramó emoción por un ruedo cuyo tendido ni valor tuvo para pitar lo que pitan otras tardes. Pero bastó media embestida bobalicona del quinto, construida por Minguito sobre el fondo de una humillación sin empuje, para que le pegasen una ovación en el arrastre.

Sin empuje y sin alma, porque la ventaja de tener 40 es que ya te la pela lo que te cuenten cuando tú estás disfrutando esa búsqueda del fondo, esa limpieza de esquirlas en las distancias primero, en las alturas después y en el ritmo más tarde, hasta que descubrió Domingo –que siempre será Minguito en Ledesma- que había ganado la apuesta en cuatro naturales y uno de pecho al natural, entrando y saliendo para que repitiese, enganchando el morro en la línea para que caminase y enroscándolo luego para hacerlo servir. Porque la ventaja de tener 40 es que saboreas al máximo lo que antes desperdiciabas a dentelladas. Domingo, que hoy es un tío feliz saludando dos ovaciones porque se ha demostrado capaz de todo, ha regresado a la primera línea para explicar que es tan capaz como el que más de matar la que quieran en cualquier plaza y cualquier feria. Porque esa es la ventaja de tener 40.

Otra ventaja que tiene es que te respetan más las canas y te dejan hacer un poco más. Eso lo sabe hoy Rafaelillo después de tropezarse con el defensivo primero, que tenía tan buen aire en la intención como inutilidad en el fuelle, lo que hacía que se comportase a la defensiva y sin entrega. Y lo sabe el murciano, sobre todo, después de ponerse a enfadar al cuarto para que morrase un poquito con el mismo éxito que con el primero. Por eso se fue de Madrid con dos silencios y la sensación de que habían salvado el nombre mucho mejor que él los dos toros negros que despachó sin historia.

Porque también en silencio se marchó Octavio Chacón después de lidiar al octavo toro de este año en Madrid con el balance de una ovación y siete silencios. Y tener 40 también tiene alguna desventaja, y es que cada vez te queda menos tiempo para arreglar el futuro después de dejar el toro. Lo cierto es que ni el cabrón tercero, de criminal pitón derecho, ni el anodino y vulgar sexto, de seis quintales y medio, le dieron opción de hacer el toreo, pero también lo es que no hubo triunfo. Y eso pesa mucho más cuando se tienen 40.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Trigésimo primera de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. 16.952 personas

Toros de Hijos de Celestino Cuadri, grandones, largones y cabezones, muy en el tipo. De buen aire a menos por los kilos el grandón primero; a la defensiva el aplomado segundo; anodino y sin entrega el tercero; aplomado y sin vida el deslucido cuarto; noblón y de bobalicona humillación el manejable quinto; aplomado y sin vida el enorme marmolillo sexto.

Rafaelillo (grana y oro): silencio y silencio.

López Chaves (coral y oro): ovación tras aviso y ovación tras aviso.

Octavio Chacón (caña y oro): silencio y silencio.

 

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