Ponce pasea la única oreja de la mañana en un festejo marcado por el poco juego de la corrida de Victoriano del Río. Detalles de Ureña y Aguado con dos lotes sin mucho fondo.
15 de septiembre de 2019/Texto y Fotos: Emilio Méndez
GALERÍA DE FOTOS
La cuarta de la Feria de la Vendimia de Nimes tenía lugar, en la mañana de este 15 de septiembre, en el escenario galo. Se lidiaban toros de Victoriano del Río para Enrique Ponce, Paco Ureña y Pablo Aguado en la mañana de la reaparición del torero de Lorca tras el percance de Burgos.
No pasa el tiempo para un Ponce que tras reaparecer en el Puerto sigue dando motivos para contar con su figura. No pasa el tiempo para un torero incombustible, un espada que pese a los años de alternativa sigue pisando el acelerador. Nimes disfrutó con un torero que año tras año se reinventa para seguir contando con el respeto del aficionado. No pasa el tiempo por dos espadas que son el anhelo del aficionado, Ureña y Aguado están llamados a coger el cetro del toreo. Pero hoy fue Ponce el que paseó la oreja y a la postre dejó en la retina del aficionado una labor en la que la cabeza puso al corazón.
El primer toro de la mañana fue un ejemplar con nobleza pero con la fuerza justa. Empujó con fijeza en los dos puyazos previo a un quite muy torero de Paco Ureña a la verónica. Labor presidida por el temple y la suavidad del de Chiva ante un toro que acusó la volteta. Dejó detalles muy toreros que calaron en el respetable, pero poco a poco el animal fue a menos y la faena no pudo tomar vuelo. Tras una buena estocada todo quedó en palmas.
Le tocó en suerte a Paco Ureña un segundo animal con cierta clase y nobleza pero la raza justita. Lo saludó con templadas verónicas Ureña previas a un buen tercio de varas ejecutado por Bernal. Aguadó dejó en su quite una media al ralentí. Faena inteligente, muy bien estructurada en la que el comienzo por bajo ya caló en el anfiteatro. Labora a más en la que se gustó por ambos pitones. Derechazos largos y profundos, naturales templados y cadenciosos, gustaron los remates por bajo y los de pecho. Tras matar de una gran estocada se le pidió la oreja, no siendo concedida por el palco. Vuelta al ruedo fue su balance final.
Fue devuelto el tercero de la mañana tras blandear en exceso, el presidente sacó el pañuelo en el tercio de vara y en su lugar salió otro ejemplar de la divisa titular. Este toro fue de condición arisca, un toro que nunca fue metido en las telas, presentando ciertas complicaciones tanto con capote como con muleta. Cumplió en el caballo para más tarde llegar a la muleta sin definir. Toro con aristas, de esos complejos por su condición incierta. Porfió Aguado en una faena tesonera pero sin brillo. Los mejores muletazos vinieron a diestra, por ahí pudo componer la figura y trazar algún derechazo interesante. Por el izquierdo no tuvo opción. Hizo un esfuerzo para intentar bajarle los humos a un toro con carácter y falta de entrega. Tras pasaportar al animal fue silenciado tras escuchar un aviso.
El segundo del lote del valenciano fue un toro cambiante, manseó de salida para más tarde encelarse en el jaco. Se metió en faena Enrique en un trasteo de menos a más en el que la clave residió en no apretarle ni exigirle en los primero compases del trasteo. El de Victoriano fue un ejemplar con cierto genio, un toro que le costó definirse y ordenarse. Gracias al temple, el dominio y la cabeza fue Ponce poco a poco metiendo en el canasto al animal. Sobresalió una tanda de derechazos que caló mucho en el respetable. Una serie que fue un compendio de maestría, conocimiento de terrenos y alturas. Tuvo que ir puliendo los defectos de un toro con movilidad y cierto temperamento pero con ese comportamiento de mansito que ya mostró desde salida. Tras una gran estocada paseó una oreja de mucho peso.
Tuvo cierto peligro el manso quinto, un toro con cierto peligro que no dejó estirarse a la verónica a Ureña. El murciano realizó una faena inteligente, siempre a favor del animal, un trasteo presidido por el oficio y el buen hacer. Fue poco a poco metiendo al toro en la muleta, lo fue sometiendo hasta conseguir dejar muletazos interesantes. Anduvo fresco de mente y muy templado, labor sorda ante un toro nada fácil. Tras la estocada fue ovacionado tras una leve petición de oreja.
El cierraplaza fue un toro con clase y nobleza de Victoriano del Río, un animal al que le dejó un par de verónicas lentas y cadenciosas el sevillano. Cumplió en varas y llegó a la muleta con buen son. Dejó detalles muy toreros el sevillano, faena con empaque y templanza pero a la que le faltó mayor ligazón. No acabó el sevillano de redondear faena. El toro se fue apagando poco a poco lo que imposibilitó mayor rotundidad a la faena. Gustó y se gustó Aguado en un trasteo medido. Mató mal y fue silenciado tras sonar un aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Nimes, Francia. Cuarta de abono de la Vendimia. Corrida de toros. Casi tres cuartos de entrada.
Toros de Victoriano del Río. Bien presentados pero desiguales de juego.
Enrique Ponce: Palmas y oreja
Paco Ureña: Vuelta al ruedo tras petición y ovación
Pablo Aguado: Silencio tras aviso y silencio tras aviso