Antonio Romero podría ser operado de nuevo al cabo de tres años del grave percance

El espada zacatecano tiene nueve cornadas, varias muy graves, pero ni eso mella su vocación, es un ejemplo de vida

5 de mayo de 2020/Adiel Armando Bolio

Fue el 19 de marzo de 2017, en la Monumental Plaza México, cuando un toro de la legendaria ganadería de Piedras Negras le pegó una grave cornada en el recto al diestro zacatecano Antonio Romero, quien después de varios meses de dolorosa rehabilitación volvió al campo bravo y, poco después, a los ruedos de manera formal.
Por ello, al cabo de tres años de ese duro percance trance, el valiente espada ha tenido que lidiar las secuelas, pues aún está latente una nueva intervención quirúrgica.
A pesar de que su calidad de vida no decreció, diariamente debe tener cuidados específicos como hacer mucho ejercicio, lo que lo convierte en un ejemplo y, al respecto, Romero apunta: “A raíz de la cornada llevo muchos cuidados, porque ese tipo de lesiones traen consigo muchas secuelas. Forzosamente debo correr todos los días ocho kilómetros, porque tengo intestino perezoso, de tal forma que apenas cuando voy por el kilómetro cinco comienzo a sentir vivos los intestinos, como si fueran de bulbos y tuviera que calentarlos”.
En diciembre -continúa Antonio- “mientras corría comencé a sentirme raro, incluso tuve sangrados leves, lo que me llevó a hablar con el doctor que me mandó a hacer diversos estudios. A la par de la fibrosis que tengo en el colon hay que ver el porqué del sangrado. Para no viajar a la Ciudad de México por la crisis sanitaria, el doctor Juan Carlos López, quien me atiende, me recomendó aquí en Zacatecas un lugar para realizarme el examen, lo que hice en enero. Todavía no es seguro que tengan que volverme a intervenir quirúrgicamente, pero el riesgo de ingresar al quirófano ahí está”.
A pesar de las molestias, el torero se echa para adelante: “Esas molestias diarias no son dolorosas, sabes que ahí está la lesión pero te acostumbras a vivir con ella. En esta profesión debes tener vocación, fe y paciencia. Una cornada no te puede quitar de esto que amas con toda el alma. He tenido oportunidad de platicar con toreros que han pasado por algo similar y coincidimos en que la carrera taurina es de gran pasión. Muchas veces me han preguntado por qué no tiro el arpa, pero estoy convencido de que cuando trabajas por algo y lo haces con firme determinación obtienes grandes recompensas”.
Antonio Romero tiene en su colega cacereño Emilio de Justo, su amigo y un ejemplo a seguir: “Conocí a Emilio en España y nos hicimos amigos. Su caso es muy interesante porque lleva 14 años de alternativa y fue hasta aquella tarde en Mont de Marsan, Francia, con los toros de Victorino Martín que cuajó una gran tarde, como otras que había firmado y se le abrieron las puertas”.
En tanto, a causa del Covid-19, el torero zacatecano busca lugares solitarios para ejercitarse: “Debo hacer mucho ejercicio por salud, por vida. Entonces me salgo a correr a un bosque cercano que siempre está solo, no quiero molestar a nadie y tampoco que me molesten. Después entreno de salón en una cancha de futbol abandonada. En casa hago pesas y también entreno. Todo esto lo hago atendiendo los protocolos de salud”.
Antonio Romero, quien en septiembre próximo cumplirá 10 años de doctorado, lleva en su cuerpo las huellas de nueve cornadas y tres fracturas, pero más grave ha sido que debido a la pandemia ha perdido varias fechas que tenía firmadas en nuestro país, además de otras en España, donde tenía programado viajar el próximo mes.

Pie. Antonio Romero toreando en la Monumental Plaza México / Cortesía Ángel Sainos

Top