Recuerdo – Sangre y triunfo en una épica tarde de Ferrera y Castaño hace siete años en Gijón (Video)

13 de agosto de 2020/Texto: Zabala de la Serna/Foto y Video: Emilio Méndez

En cinco minutos de martes y 13, cambió el mundo. A Antonio Ferrera y Javier Castaño los santacolomas de La Quinta les taladraron sus muslos con la precisión de una Black&Decker. Mano a mano sangriento. En nada, Ferrera pasaba a la enfermería por su propio pie, herido al matar el tercero en seco golpe, y Castaño caía, por donde la espalda pierde su nombre, al parar el cuarto y cerrarlo en el burladero.

Álvaro de la Calle se quedaba solo ante el peligro como sobresaliente. Y el toro, que apretaba hacía los adentros una barbaridad, lucía lascas de sílex. Que se lo pregunten a la cuadrilla de Javier, los fenómenos de Adalid y Sánchez que alcanzaron las tablas como náufragos con el agua al cuello. De la calle solventó el papelón mejor que bien desde el torero prólogo. Encastado toro de Conradi, pero no de vuelta al ruedo en el arrastre. Lo siento. Mi corazón con el chaval, que no sólo cortó la oreja, sino que dejó cosas con la izquierda de verdadera calidad. Con el ritmo lógico de quien no torea.

Y de repente por la puerta de la enfermería aparecieron como dos ecce hommo Ferrera y Castaño, cojitrancos, sin casaquillas, pantalón de monosabio aquél y vaqueros o chinos éste. Héroes sin armadura. Hay que contar con mucho amor propio, mucho orgullo y más compañerismo para regresar a la arena de los gladiadores a sabiendas de lo que esperaba dentro. Una lección de ética. Antonio se negó a operarse –la cornada disecaba la femoral– en el momento para regresar. Y con la gloria conquistada. Porque cuando pasó a manos de los médicos lo había hecho con las orejas aferradas como trofeos de un tercero que paró por tijerillas de rodillas, banderilleó la fuerza de Thor en quiebros espeluznantes y antes picó con la perfección de Sandoval: un puyazo en toda la yema. El orden se debería de alterar para incluir que el torero de Extremadura se bajó del caballo como una exhalación para hacer un quite por chicuelinas de mano baja. Un vendaval. No daba tiempo a retener todo en la memoria. Pero sí que AF vio con clarividencia que la mano izquierda era la mejor. O simplemente la mano. En la muñeca el pulso. Hasta que en la hora de la muerte pinchó la lidia total, la lidia completa. Le cambió la suerte, y en la contraria el santacoloma le hundió el pitón con la sequedad de la casa. Qué encaste tan duramente certero. Aguantó en pie, se ató un torniquete (por debajo de la herida, como se debe) y marchó al quirófano con paso de vencedor derrotado. Un contradiós de sensaciones. Una emoción indescriptible.

Cuando Antonio Ferrera en el quinto, ya herido, todavía ofreció banderillas a la cuadrilla de Castaño, había que pellizcarse para dar crédito a tanta hombría. Tremendo. El santacoloma se movía con una velocidad tremebunda y Ferrera no le perdió jamás la cara ni el ritmo. Otra oreja de ley.

Como las dos que cortó Castaño al emotivo sexto, que sin terminar de humillar no paraba de arrear. Javier brindó a Ferrera. Abrazo de toreros machos. Y se puso como si estuviera en plenitud de facultades. Atalonado. Agarrado al piso. Una estatua de mármol. ¡Y qué estocada! La puerta grande abierta de par en par pero no pudieron salir. Ya Castaño había amarrado su punto con un cárdeno de ir y venir muy a su aire, y Ferrera había hecho un esfuerzo superior con un toro reparado de la vista que sólo en las distancias cortas y a la voz se centraba en la muleta. Como si de lejos sólo percibiese sombras y pasase de ellas.

Por mucho que contemos, nada se acercará a la realidad descarnada de lo acontecido. La madera sangrante de los héroes, la desgarrada verdad de la Fiesta, la importancia del toro encastado de La Quinta y el torero entregado hasta la muerte. Pasará mucho tiempo y este martes y 13 de Gijón perdurará como todo lo que representa la Tauromaquia más allá del arte. Nos quedamos en nuestra filosofía de pétalos y rosas y no nos damos cuenta de que las raíces del toreo se nutren de la sangre de los toreros, de su capacidad sacrificial: en un segundo la gloria o la vida. Y la eternidad.

Ficha:

Plaza de toros de El Bibio. Martes, 13 de agosto de 2013. Quinta de feria. Menos de media entrada. Toros de La Quinta, dos cinqueños, astifinos, en tipo; muy encastados; al buen 4º le dieron la vuelta al ruedo; el 1º reparado de la vista; el 2º a su aire y sin humillar; bravo sin descolgar el 6º; de mucha movilidad el 5º, como el 3º.

Antonio Ferrera, de grosella y oro, media estocada pasada (saludos). En el tercero, pinchazo y estocada (dos orejas). En el quinto, pinchazo y estocada desprendida (oreja).

Javier Castaño, de blanco y oro, estocada trasera y tendida. Aviso (oreja). En el sexto, estocada (dos orejas).

Álvaro de la Calle, de grana y oro. (Sobresaliente), en el cuarto, dos pinchazos y estocada perfecta. Aviso (oreja).

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