Pfizer nos cambiará (o no)

Dicen que será Pfizer el que vendrá a solucionar los males del mundo y puede que así sea, pero dicen también que arreglará el problema del toro y eso…

12 de noviembre de 2020/Cultoro.com

Queremos tener esperanza en España. De que Olivenza será de las primeras plazas en dar algún festejo con quienquiera del tendido ya vacunado; de que Fallas tendrá al menos varias citas con las máximas de la seguridad sanitaria y de que Sevilla, la ciudad soñada, podrá escuchar el “Plaza de la Maestranza” ya con medio Baratillo vacunado. Sin embargo, ya sabemos que no habrá Milagro en Illescas al llegar la primavera, porque el empresario de allí es más de trabajar que de esperar a la magia. Queremos creer a Pfizer y queremos creer a un Gobierno que ya ha apalabrado veinte millones de dosis y cuya pésima gestión hace que ya esperemos que hayan olvidado encargar las jeringuillas. A pesar de los pesares de un Gobierno que, por lo que a nuestra parte respecta, ha humillado a la Fiesta durante toda la pandemia.

Dicen que Pfitzer vendrá a cambiarlo todo, a mitigar los miedos a salir a la calle sin mascarilla, a comer con los amigos y cenar con los abuelos, a acudir al trabajo, a los conciertos, al teatro, al cine y a la pradera de San Isidro cuando el Mundial del Toreo vuelva a hacerse presente. Dicen que será Pfizer el que vendrá a solucionar los males del mundo y puede que así sea, pero dicen también que arreglará el problema del toro y eso… Eso lo dudamos mucho más, aunque quisiéramos creerlo.

Queremos creerlo por nuestro futuro, por poder sacar el pecho ante un Gobierno que nos quiere fulminar y por ser libres en un espectáculo legal que queremos creer que tendrá su primavera en 2021. Porque Pfizer nos cambiará… ¿o no? Que se lo pregunten a los valientes que se atreven a hablar, como José María Garzón.

Ha sido el único empresario capaz de dar toros este año en plaza de primera, ha ido a acontecimiento por año, ha metido 2.900 personas en una plaza de 15.000 de la que los aficionados no dejaron ni una entrada en menos de 24 horas. Y aun así los mandamases de la Fiesta han intentado ladrarle. A pesar de haber cumplido la ley en El Puerto, de haber abierto una plaza de primera en el año COVID y de sentir lo que hace y ser en la calle lo que su carné profesa: empresario taurino.

Y lo que debería ser la gran patronal, la entidad que ahora se arroga el liderazgo del sector, la que gestiona la paradoja de sacarnos de donde ella misma -entre otros- nos metió se dedica a lanzarle dardos envenenados al sevillano desde que abandonase su condición de directivo a principios de año. Ni para taparse tiene delicadeza la dirección del chiringo. Y por eso se nos antoja harto complicada la sanación del paciente.

Puede que Pfitzer cambie la sociedad tal como nos la dejó el asqueroso bicho, pero hará falta mucho más para arreglar los males del toreo. Entre otras cosas porque la inoperancia de los que lo gobiernan han olvidado que esta fiesta vive del público y debería idearse de cara a él. De su mano, y no de espaldas; con su apoyo y no sólo con su dinero; con su participación, y no sólo con su cartera. Con ideas nuevas para reinventar, y no con argumentos manoseados para reconstruir. Porque el toreo no aguantará mucho más tras esta reconstrucción ni las manos que mecen esta cuna rota por exceso de acunadores, que prefieren criticar al que ejerce por ejercer, porque este ejercicio deja con el culo al aire sus excusas para no abrir las plazas. Recintos, por cierto, que suspenden sus ferias por razones sanitarias cuando es la empresa la que se juega los cuartos, pero celebran festejos cuando la pasta la pone el ‘Plus’. Hemos tenido una oportunidad única para reinventar la tauromaquia, para convertirla en una industria, en un gremio fuerte, unido y poderoso contra las amenazas externas. Pero preferimos reconstruir. Y esto nos deja con el culo en la picota cuando ha llegado el momento.

Es el momento ecuánime, es el instante de salir de las cuerdas de un cuadrilátero cada vez más pequeño, más oscuro, más tétrico y menos parecido a la grandeza del toreo que en cualquier otro momento de la historia, no había más balas que esta. Y vamos y la lapidamos.

Pfizer cambiará la sociedad. ¿Y el toreo…?

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