“Clara Brugada y su faena magistral”, afirma el taurino Eduardo Ramírez

23 de marzo de 2025/Adiel Armando Bolio

Luego de que el pasado martes 18 de marzo de 2025, por la mañana, en la sede de la Cámara de Diputados de la Ciudad de México, en esa fatídica esquina de Donceles e Ignacio Allende, en pleno Centro Histórico, se pisotearan los derechos y libertades de la familia taurina al dictaminarse que nuestra amada Fiesta Brava debe ser sin sangre bajo varios argumentos unilaterales, autoritarios y absurdos y, hasta con represión policiaca, el conocido taurino zacatecano Eduardo Ramírez Ortiz envía este otro mensaje a quien se impuso en el puesto como gobernadora de la capital del país y que ya ha pasado a la historia como la verduga de la Fiesta de los Toros, la señora Clara Brugada. Este es el documento:

“De pronto, todos se alinearon para darle la puntilla a la Fiesta de los Toros. No por consenso democrático ni por debate abierto, sino por la necesidad de no hacer quedar mal a la maestra ante su jefa. El costo de esta decisión, más pronto que tarde, se conocerá.

Lo paradójico de esta maniobra es que, mientras no logran consenso en problemáticas cruciales de la Ciudad de México, como el abasto de agua, la crisis en el sistema de salud, la contaminación o la inseguridad, de repente una causa los sensibiliza y los hermana: la supuesta compasión por el sufrimiento de un bovino.

Pero más allá del argumento animalista, lo que ha ocurrido es la imposición de una visión unilateral, una postura dictada desde la comodidad del poder que niega el debate y desprecia el derecho a ser escuchados. Clara Brugada ha destrozado unilateralmente lo que ella en otros tiempos acusó de unilateral. Un acto que refleja no solo incongruencia, sino también un profundo desprecio por el derecho de audiencia y la participación ciudadana.

Se ha hipostasiado la causa animalista al grado de convertirla en un dogma incuestionable, en un pretexto absoluto para negar libertades y decidir arbitrariamente qué tradiciones y expresiones culturales son aceptables. Así, en nombre de una supuesta justicia, se avanza en la negación de derechos legítimos, se ignoran a los miles de ciudadanos que pedían ser escuchados y se socava el principio de libre albedrío.

Para colmo, previo a la aprobación del dictamen en el recinto legislativo, la policía o modernos granaderos -hoy llamada ‘Zorros’- impidieron y ejercieron una intimidación propia de un régimen retrograda y autoritario, en contra de los manifestantes que se oponían a la iniciativa del diputado del Verde. Esta represión resultó en la detención de tres personas: Jacobo Solís, César Morales y su hijo Daniel Morales. Lamentable que un gobierno que se dice diferente termine actuando peor que la derecha a la que tanto criticaba. Todo este zafarrancho protagonizado en las afueras del Congreso de la CDMX se pudo haber evitado si hubiera existido un ejercicio de parlamento abierto sobre el tema. Pero el gobierno, que se dice progresista y democrático, simplemente decidió omitirlo. ¿Para qué abrir el debate si el resultado ya estaba pactado de antemano?

Esta forma primitiva de legislar no solo impone una visión única, sino que, además, polariza aún más a la sociedad. Se legisla sin consensos, sin escuchar a todas las voces y sin medir las consecuencias. Para colmo, los del Partido Verde -ese partido que solo existe para negociar su permanencia- se encargaron de pagar a porros y acarrear personas desde el Estado de México para simular apoyo a su polémica iniciativa de ‘toros sin sangre’. Al parecer, la preocupación ambiental y el bienestar animal solo importan cuando sirven para mover la maquinaria de sus intereses políticos.

Y aquí surge una pregunta inevitable para Clara Brugada: ¿Qué precio tiene que pagar usted como jefa de gobierno de la CDMX al Partido Verde? Un partido que ha sido notoriamente ausente en temas centrales como la contaminación, el cambio climático, la gestión del agua y un largo etcétera. Un partido que se ha aliado con todos en aras de no perder su registro, pero, que, francamente, no ha aportado absolutamente nada a nuestro país en términos legislativos. El Partido Verde, ese gran defensor del medio ambiente… pero, solo cuando hay cámaras y micrófonos cerca. ¿Será este el precio de una lealtad impuesta? Después de presenciar un proceso legislativo tan desaseado, solo queda seguir defendiendo la Fiesta de los Toros. Porque defenderla es defender la libertad.

ATENTAMENTE

Eduardo Ramírez Ortiz

eduardoramirezortiz@yahoo.com.mx”.

Hasta aquí la elocuente misiva que, ojalá, llegara a ojos de la “flamante” gobernadora de la Ciudad de México.

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